miércoles, febrero 08, 2012

APUNTES SOBRE "Los Secretos de la Felicidad" de Sebastian Serrano



LOS SECRETOS DE LA FELICIDAD (Sebastián Serrano)

La mayor parte de las especies de primates dedican entre el 5 y 20% del tiempo a desarrollar prácticas relacionadas con el tacto. Vale decir que hay mucho más que nutrición o higiene en los tactos y contactos: hay una apuesta muy fuerte a favor del afecto, la amistad, la lealtad y la generación de espacios de felicidad.

Tactos y contactos son a la larga el hilo generador de relaciones que habrán de tejer la red de las relaciones de grupo a través del espacio de interacción que manifestaremos todos en las variadas conductas de apareamiento, agrupación familiar, asociación o coalición.

La depresión en su forma más corriente, como trastorno de la valoración emocional de la experiencia personal, manifestada a través de una tristeza sostenida, desesperación, falta de energía, apatía o falta de concentración, tiene como consecuencia una pérdida neuronal, una bajada de volumen en ciertas zonas, muy remarcable en el caso del hipocampo.

Hay que afirmar, pues, que restaurado o pasado el episodio depresivo, el proceso neurológico correspondiente restituye la masa cerebral hasta dejarla en el estado previo al episodio.

También la disfunción vipolar, la obsesión o la esquizofrenia tienen mucho que ver con alteraciones de la comunicación neural y de las estructuras prefrontales y sus conexiones.

A menudo no puedo dejar de pensar que si la emergencia de la comunicación simbólica y el despliegue del lenguaje exigieron un considerable aumento del cerebro, muy especialmente en las áreas prefrontal y de asociación, se puede pensar que el peaje que hemos tenido que pagar por hablar, se paga en forma de enfermedades mentales.

Estaremos de acuerdo en que aquellos cambios, la acumulación de conocimientos, que tiene un lado muy positivo para la mejora de la calidad de vida de muchas personas, han conducido a un gran desarrollo en la complejidad de la vida de los individuos, que genera ahora más complejidad y favorece el incremento de la cantidad de información disponible. Vete aquí como un mundo con tanta información resulta también un mundo atrapado por la incertidumbre, en que todos juntos cada vez nos sentimos más inseguros, más frágiles y más vulnerables.

Más aun, esta aceleración no nos ha llevado a una evolución de nuestros puntos de referencia, y en un poco más de un cuarto de siglo hemos pasado de tener perspectivas mentales lejanas, a largo plazo con valores consolidados como el compromiso, la lealtad o la fidelidad para fundamentar las relaciones y las redes familiares y sociales, que permitían apaciguar la duda y la ansiedad, a tener un horizonte muy a corto plazo, flexible y fluctuante.

Puede ser que llega la hora de preguntarse como nuestro cerebro procesa la superabundancia de información y alguna consecuencia.

.La magnitud de la cantidad de información que nos veremos obligados a gestionar en el día a día de nuestras vidas es de una naturaleza tal que el grado de duda que comporta, y que cae sobre nosotros como una lluvia fina de negatividad nos hace subir hasta muy alto la sensación de ansiedad, de angustia, desasosiego, de agitación y, en último término, de miedo, que cada vez más ocupa que cada vez ocupa un lugar preeminente a la mente y la vida de las personas de hoy. Los psiquiatras dicen que no dan abasto para gestionar el miedo de la gente.

Cada vez cuesta más para concentrarse y muchas veces se hace una cosa mientras se piensa en otra u otras. Ese es el ambiente en que han nacido y crecido nuestros adolescentes.

El precio que han de pagar muchos de ellos es el trastorno de déficic de atención TDA, y todavía, muchos casos de hiperactividad. Sí a más a más hay muchos que padecen el síndrome de falta de recompensa, hemos caracterizado una parte de la juventud que llena nuestros centros de educación.

No nos cansaremos de vincular atención, emoción, curiosidad, recompensa, motivación, aprendizaje, placer, satisfacción, bienestar y felicidad.

El déficic de recompensa a que nos referimos está correlacionado con una carencia de mensajería química de placer en circulación, sobre todo de dopamina, pero también de serotonina y endorfinas por las áreas prefrontales vinculadas al cerebro límbico, y la consecuencia más inmediata es la ausencia de motivación.

Los individuos con deficiencia de recompensa son muy propensos a dejarse tentar por las actividades que potencian la circulación de dopamina, entre las cuales hay excesos de consumo de substancias como el tabaco, el alcohol u otras drogas. Con riesgo de adicciones.

Vivimos con una sobrecarga sensorial, Pero si somos sinceros estaremos de acuerdo en el hecho de que la amistad y el amor son el mejor mecanismo generador de felicidad que ha creado la naturaleza.

Del paraiso en hemos entrado con las nuevas tecnologías no nos podrá sacar nadie, Pero la lluvia fina, en forma de inseguridad que han extendido puede hacer galopante el proceso de desintegración personal y deshacer el maravilloso tejido de las relaciones, un incremento de la estimulación de la amígdala, mediante imágenes continuadas de violencia, terror, malformaciones o catástrofes, puede arrastrar cambios en el equilibrio cerebral, y todo un exceso de imágenes de estrés invadir los canales sanguíneos y llenar de desasosiego lamente de la persona hasta alterarle completamente el estado de ánimo y la conducta.

La inmediatez con que se presenta la imagen de televisión delante de nuestros ojos es otra de las razones de su fuerte impacto sobre nuestro cerebro. La cara desesperada de una persona que padece un acto de agresión continuada o la medio desfigurada como resultado de una explosión en un acto terrorista o de una catástrofe, cuando aparece en pantalla, desencadena una impresión que no diferencia demasiado de la que produciría la visión directa.

El los últimos años, las tecnologías de la neuroimagen y los estudios de la neurociencia nos han hecho ver que al contemplar imágenes horribles, de sangre y dolor, con escenas de mucha violencia, de padecimientos y muerte, muchas personas se exponen a daños psicológicos considerables.

Las personas de carácter optimista parece que lo llevan mejor, al no verse tan afectadas. Por el contrario las personas con tendencia a verlo todo negro y muy vulnerables al estrés, que muestran mucha actividad prefrontal derecho y la amígdala. Estas personas son muy sensibles a las imágenes tristes, emborronadoras y perturbadoras. Son muy vulnerables a su contenido y la simple visualización les lleva a vivir momentos de mucha infelicidad y les deja el estado de ánimo bajo mínimos.

Prescindir de las imágenes de violencia que son muchas y, a medida que podamos ir generando sensibilidad contra ellas, haciéndolo también sobre los medios en general. Si la sociedad a través de las instituciones que la representan se ha hecho fuerte contra el tabaquismo, también podrá conseguir éxitos para reducir y después erradicar la violencia de una buena parte de los espacios comunicativos, ya que perjudican la salud mental y corporal.

El soporte emocional, que será una fuente de bienestar y felicidad para la pareja, los amigos y el grupo familiar, favorecedor de la fortaleza y del mantenimiento de las uniones, se manifiesta en conductas como estar disponible cuando hay dificultad, saber escuchar y atender con diligencia los problemas del otro. El comportamiento implica una fuerte inversión en tiempo, energía y esfuerzo para las necesidades del otro, de tu compañero, de tu compañera o el propio entorno, a costa, algunas veces, de sacrificar otros objetivos personales.

Pero actualmente los ojos y el cerebro se abren de par en par. Las sensaciones, a través del hilo de la mirada, viajan hacia la cosa de las emociones, que reciben el impacto y almacenan la información mientras en zonas vecinas del cerebro un conjunto de neuronas aplica criterios innatos de evolución y, como consecuencia, vuelve a mirar su pareja, su amiga, su maestro o su médico y le rebaja el coeficiente de atractivo. Y no sólo eso, sino que pasa cada vez más que los indicadores de cohesión o de compromiso se han relajado. Los lazos de unión, poco a poco, se aflojan.

Después de contemplar señoras muy atractivas, o hombres de muy buen ver, en imágenes de alta definición en una pantalla exhibiendo todo tipo de señales insinuadoras de reclamo afectivo, de intimidad sexual, y eso cada vez más a menudo, los lazos inician una debilitación tal que nada más que una realimentación comunicativa adecuada puede ayudar a volver a enlazar los hilos de la relación. La presencia constante de estas imágenes abre a los hombres la ventana de la insatisfacción al tiempo que relaja el compromiso, mientras que las señoras, más y más preocupadas por corresponder a las imágenes que suponen quieren los hombres, a menudo nota también el peso de la insatisfacción sobre ellas.

Los casos de anorexia, de una banda, y de reconfiguración de diferentes partes del cuerpo mediante la cirugía estética, por otra, tiene mucho que ver con las imágenes difundidas a través de los medios del cine y la publicidad, generadoras por debajo y por encima de la conciencia de mucha frustración y mucha insatisfacción.

Esta insatisfacción sobre los propios cuerpos que se está extendiendo, sobre todo entre las jovencitas y las señoras, pero también entre los hombres, y que está llenando la caja de toda una industria, de gabinetes de asesoría de imagen personal o de reparación corporal mediante la cada vez más poderosa cirugía plástica, obsesionadas por los cánones de juventud y salud.

Por favor no piensen que la industria cosmética y de imagen crean los deseos. De ninguna manera, los deseos ya son desde tiempos inmemoriables, esta industria lo que hace es explotarlos. Y de todo ello lo más grave es que centren sus objetivos de una manera desmesurada en la apariencia física y, al mismo tiempo, dejan de valorar cualidades personales más profundas como la lealtad, la inteligencia, la amabilidad, la compasión o la fidelidad, que también están en los deseos que hemos heredado hombres y mujeres.

La información acumulada se duplica cada dos años, los conocimientos científicos cada cinco, la potencia de los ordenadores cada 18 meses y el número de usuarios de internet cada poco más de un año. En la UE el número los móviles en circulación supera el de personas. En el siglo xxI la fertilización cruzada entre la física y especialmente la mecánica cuántica, la biología molecular y la informática. La polinización cruzada entre las tres lo acelerará infinitamente y enriquecerá el desarrollo de la comunicación para ofrecer a la sociedad de mediados del siglo xxI un poder sin precedentes para manipular la materia, la vida y la inteligencia.

El exceso de información como todos los excesos se puede hacer irresistible por lo que, igualmente que se habla de volver a la naturaleza en la comida, en la contemplación y reduciendo, acciones que contaminan la tierra; También nosotros podemos volver a la comunicación amable y sencilla con las demás personas que se pueda hacer; teniendo cuidado con los lobos con piel de cordero que siguen y seguirán existiendo.

En el argot médico de los EU está tomando carta de identidad el síndrome de TMI (demasiado información). La revolución cultural con su aceleración galopante de los últimos decenios, habrían comenzado a alterar los dispositivos diseñados a lo largo de los últimos dos mmillones largos d años de evolución biologica del cerebro.

Para comenzar creo que hay una estrategia excelente, la mejor de todas, para disfrutar de un buen estado de ánimo y para ir cogido de la mano de la felicidad. Consiste, ni más ni menos, en desplegar tanto como nos sea posible nuestras habilidades, tanto verbales como no verbales y una buena parte de nuestro tiempo que tenemos medio dormido. De la misma manera que todo el mundo habla de una buena dieta alimentaria, nos hace gozo presentar la mejor de las dietas, la madre de todas las dietas: la comunicativa.

Necesitamos caras, ojos, labios abiertos... donde descansar la mirada, donde poner nuestros deseos de relación, de intimidad, y eso desde poco después de nacer. Una de las primeras cosas que reclama una criatura cuando abre los ojos es una cara, unos ojos, una sonrisa. Queremos ver caras con las cuales interactuar y descubrir signos de afecto, de amabilidad, de ternura, es decir, emociones positivas hacia nosotros, y eso siempre, durante toda la vida.

Nos morimos de ganas de refregarnos con las actitudes positivas de los otros. Nos ha de hacer pensar el hecho de que una criatura acostumbra a reír unas trescientas veces al día, para muchos ya hay suficiente con media docena al día. La sonrisa y la risa ponen el cuerpo a punto ya que ello acostumbra a disparar la mensajería química de la dopamina, la serotonina y ciertas endorfinas, que enseñan a inhibirse del dolor y el malestar y nos abren el grifo de la alegría, del bienestar y la felicidad.

No exagero si digo que el tacto entre los humanos es tan necesario como la luz del sol. Aquellas criaturas mamíferos, entre ellos los humanos, que crecen en ausencia de tactos y contactos, carentes de afecto, sin besos, sin abrazos y sin caricias, crecerán con recelos desestabilizados generadores de impulsos y comportamientos antisociales, tolerando muy poco el estrés, la ansiedad y el dolor y su vida conocerá muy pocos momentos de bienestar y felicidad.

La ausencia de actos gratificantes es el peor de los espacios posibles en que una criatura puede crecer.

No nos engañemos, nuestras posibilidades de disfrutar de espacios considerables de felicidad depende de nuestra capacidad para descifrar un mundo escondido que gira en torno de la relación, afecto, estimación y amor. El hecho de participar en actividades comunitarias nos hace más felices.

La relación, el afecto y el amor constituyen, no sólo el centro de nuestra experiencia, sino la fuerza vital de la mente capaz de generar estados de bienestar.

No nos irá malamente que de tanto en tanto hagamos pequeños ejercicios de entonación, aunque sea canturrear alguna canción. Hoy se sabe que estas prácticas pueden inducir a la presencia de emociones positivas como se ha dicho pasaba con la risa y la sonrisa. Y para acabar un último consejo: nunca es tarde para aprender a regular y entender las propias emociones a través de la comunicación con los otros. Así nos adaptaremos a los diferentes cambios de vida. De hecho, el secreto de la felicidad reside en nuestro cerebro, lo llevamos en nuestro equipaje mental.

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