EL ACIERTO DE LAS ATENCIONES
Se cuenta que un hombre se levantaba temprano todos
los días y antes de salir de casa hacía un café para su esposa y se lo ponía en
la mesita de noche.
Así pasaron los días, los meses y los años. Hasta
que un día volvió a casa antes de lo habitual y cual fue su sorpresa al ver el
café, abandonado y frío en el mismo
lugar donde él lo había puesto.
Es un hecho
que suele suceder con más frecuencia de lo que nos pueda parecer.
A mi esposa y a mí nos ha sucedido muchas veces, no lo del café pero si con otras cosas.
Como caso más repetitivo se trataba de una vecina
que hacía muchos viajes y en cada uno de ellos nos traía alguna cosa de recuerdo; un plato, una pegatina para la nevera, un colgante, ect.
Mi esposa iba poniendo en nuestro piso todos
aquellos recuerdos o adornos que la vecina nos traía, pero yo no estaba de
acuerdo en que la vecina nos decorara el piso y en vez de decírselo a la vecina
se lo repetía a mi esposa.
Ella cansada de mis comentarios le dijo: No nos
traigas recuerdos de los viajes que a mi marido no le parece bien.
Un compañero de juegos me ha traído una pegatina
para la nevera, recuerdo de Tenerife y otra persona una jarra y otras más
cosas. Yo la pegatina no la quiero ni ver, aunque no se lo diré por no
molestar.
Lo mismo sucede con los regalos de Navidades, Reyes,
Santos o cumpleaños. Yo trabajaba con un hombre que su nuera y nietos le
regalaban cosas que después las había de cambiar.
Unos vecinos tomaron la costumbre de gravar videos
de los viajes y a la vuelta insistían en que los viéramos sin darse cuenta que
a quienes les interesaban de verdad era a ellos y para los demás
era, como mínimo, un tostón
Para evitar situaciones como esa, yo regalo a mis hijos y nietos una cantidad
determinada en Euros para que ellos se compren lo les parezca bien.