martes, noviembre 01, 2011

CARTA A LA REAL ACADEMI DE LA LENGUA ESPAÑOLA



Sr. D. Víctor García de la Concha.
Director del equipo de Gobierno d la R. A. d la L. E.
Calle Felipe Iv número 4 (28014 Madrid)

Sr. Director, equipo de Gobierno y académicos todos.
Me dirijo a ustedes para hacerles partícipes d unos pensamientos que revolotean por mi cabeza como expresión de vivencias acumuladas, deseando hacerles reflexionar sobre la situación del idioma castellano.
Hechos ocurridos que demuestran que la ortografía acarrea quebraderos de cabeza a las personas que estudian o utilizan el idioma Castellano:
En el año 1.916, una madre que no sabía leer, recurría a otra persona para que le leyera la carta que había recibido d su hijo desde Buenos Aires y, una vez escuchado el contenido d la misma, le preguntó al lector:
¿Qué te parece la carta?
• Contestándole él- Está bien, pero tiene muchas faltas d ortografía, (dando más importancia a la ortografía que a lo que quería decir el hijo a su madre)

En el 1.945 y siguientes, en una escuela rural d La Alpujarra granadina el maestro, D. Rafael, dictaba un ejercicio y, varios alumnos preguntaban, en voz baja, al compañero d al lado: ¿Con v o con b? ¿Llevará h?
En los años 1.951 y 1.952, las lecciones d un curso por correspondencia d “Cultura Lingüística y Ortografía Española”, del CCC d San Sebastián, decían: LAS REGLAS ORTOGRÁFICAS SON UN CAPRICHO DE LOS GRAMÁTICOS.
En el 1.954 recibí una carta en la que la de se escribía sin el complemento d la e. Ejemplo: ¿d esto o d aquello?
En el 1.970, un compañero d trabajo, que escribía los informes a mano, me decía:
Yo he conseguido acortar el lado más largo d la b y alargar el lado primero d la v, de tal manera que puedan parecer ambas iguales. Así me libro de las faltas de ortografía porque el lector puede leer cada una como si fuera también la otra.
Años más tarde escuchaba el lamento d un profesor en el sentido d que los estudiantes no daban importancia a la ortografía.
¿Quién puede decir que no ha tenido que consultar el diccionario al tiempo d escribir alguna palabra? o ¿Quién no ha remirado el texto que copiaba para asegurarse si había d poner una b o una v?
Pasan los años en los que nadie parece atreverse, no a modernizar el idioma Castellano, sino a comentar tal posibilidad.
Existe la “Real Academia d la Lengua” –decía un señor- ¿Para que?-se decía también-
Hay quien dice que está para dar oficialidad a las palabras que nos llegaran d otros idiomas y se hacen d uso normal entre nosotros, y para incorporar algunas d las barbaridades que se le ocurre a la gente, como gilipollas, por ejemplo. También para celebrar alguna reunión con las academias paralelas del otro lado del Atlántico.
También hay quien piensa que, además d velar por la pureza del idioma y disfrutar d la honorabilidad del cargo que viene a premiar una trayectoria literaria exitosa, podrían modernizar el idioma como se hace con casi todas las cosas.
Los departamentos d Obras Públicas y sus ingenieros no cejan en el empeño d mejorar los trazados d las carreteras, haciéndolas más anchas y más rectas, diseñando y construyendo autovías y autopistas y mejorando las vías secundarias con la construcción de puentes, eliminación d curvas peligrosas y la aplicación d filmes más resistentes, a la vez que menos deslizantes. Y ¿todo eso para que? Para llegar en menos tiempo a los lugares d destino.
Los arquitectos diseñan edificios más sobrios, más funcionales, priorizando la accesibilidad, la utilidad y la resistencia con el menor costo, en detrimento del romanticismo y del estilo d los edificios antiguos.
Los ingenieros industriales diseñan máquinas mejores y más pequeñas y, no digamos en la aeronáutica y la electrónica los avances que se producen.
Y ¿en nuestro idioma que se hace? Sencillamente nada.
¿Será porque los académicos llegan a sus cargos laureados de éxitos y con sus objetivos conseguidos?
En épocas pasadas se reformó nuestro idioma. ¿Quién no ha leído el castellano antiguo o al menos ha oído hablar d él?
¿Cuál puede ser el motivo para mantener un idioma años y años sin modificar su ortografía?
Aparentemente no hay argumentos d peso que lo justifiquen. PIENSEN UN POQUITO.
Yo les sugiero y animo a crear una ponencia que estudie la posibilidad de reformar el idioma castellano para mejorarlo y hacerlo más accesible a los millones d personas que, por el desarrollo de los medios d transporte y las nuevas tecnologías, necesitan de nuestro idioma, sin olvidar que cada vez todo está más interrelacionado. Bien saben ustedes cuanto se habla de Globalización y que Internet terminará llegando a todas partes con sus grandes posibilidades. Trabajen para que el idioma Castellano cumpla el mejor papel durante el siglo xxI.
Pregúntense ustedes:
1-¿Qué ocurriría si se suprimiera la e que acompaña a la d, como vengo haciendo en este escrito, sabiendo que la pronunciación seguirá siendo la misma? (también se puede suprimir la e que acompaña a la te porque se pronunciará igual t.
2-¿Qué pasaría si se suprimiera la b o la v?
3-¿Qué si se suprimiera la h?
Se lo voy a contestar yo. NO OCURRIRÍA NADA.
Mejor dicho, ocurriría que los estudiantes de literatura ahorrarían tiempo para dedicar al aprendizaje de otras materias que por falta de horas lectivas han de quedar aparcadas irremisiblemente.
Quizá algunos d ustedes crean que no merece la pena dedicar tiempo a la lectura y estudio d mis sugerencias y, es posible que haya quien piense que, si estuviéramos en otra época, estaría comprando números par la hoguera; pero yo estoy convencido d que todas las cosas deben ser analizadas, por si esconden valores que puedan y deban ser aplicados. Independientemente d quien o quienes las propongan
Barcelona a, 29 de noviembre d 2005.
Reciban un saludo d Tomás Martín Cifuentes.

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