viernes, noviembre 11, 2011

A VECES SE HA DE APOSTAR AL TODO O NADA




33 CONGRESO DEL PARTIDO SOCIALISTA
22 de marzo de 1994
Los tres últimos días se ha celebrado el congreso del partido socialista, al cual llegaban con una importante división interna por razones ideológicas que, se personifican en su secretario generan, Felipe González, y su vicesecretario, Alfonso Guerra.
Los periodistas opinaban y publicaban hasta la saciedad sobre ello, remarcando las pocas posibilidades que tenía la fracción guerrista de mantener los cargos en la dirección, si se aplicaba el sistema de votación que beneficia a la fracción renovadora que cuenta con el 70 % de los delegados asistentes y que, en su día, apartó a Martín Tovar del cargo de portavoz del Congreso de Diputados, que ocupó Carlos Solchaga) de la mayoría renovadora.
Eso era lo lógico, situar en los puestos importantes a personas afines a Felipe González, ya que la correlación numérica se lo permitía, para poder modernizar el partido y gobernar más en consonancia con los sistemas predominantes en la Unión Europea, pero el resultado ha sido diferente a lo que parecía previsible, pronosticado por la prensa y deseado por la mayoría renovadora: Alfonso Guerra sigue en su puesto, Chiqui Benegas (con un pequeño retoque) también, además de Rodríguez Ibarra, Marugán y otros. Por el contrario, Joaquín Leguina presidente de la Comunidad de Madrid, uno de los que había enarbolado la bandera contra Alfonso guerra, ha quedado fuera de la ejecutiva.
¿ Que ha podido pasar para que Felipe González no se haya liberado de los obstáculos que representa la corriente guerrista dentro de la dirección del partido, situando en su lugar a los fieles colaboradores que les gustaría tener?
Se cree que Alfonso Guerra jugó fuerte a todo o nada, advirtiendo que si se aplicaba el rodillo de la mayoría él se sentiría obligado a defender la sensibilidad de la verdadera izquierda como mejor pudiera, sin excluir la formación de un nuevo partido.
Como suele suceder ante las apuestas radicales, se debió aplicar lo norma más sensata: negociar con unos resultados que desde fuera no comprendemos.
Alguna o algunas veces en la vida a todos se nos presenta el dilema: Seguimos aguantando o rompemos la baraja. Son momentos que requieren un golpe de genio para hacer saber que no estamos conformes como van las cosas. Y una de dos: o se arreglan, o tiramos el soporte que nos sostiene, arrastrando en la caída a quienes nos están crean las complicaciones.
En una ocasión, en el empeño por conseguir nuevos clientes en la zona industrial de Sabadell, el director comercial de la Empresa donde trabajaba, me hizo acompañar por otro compañero y, francamente, la faena era desalentadora. Nada más entrar en alguna fábrica y preguntar por la persona que se cuidaba de los refrescos para el personal, o tomaba las decisiones sobre el tema, nos contestaban que ya tenían de la competencia y ello era más que suficiente. Ante la imposibilidad de permitirnos informar sobre el tema, cambiamos la estrategia; y así, nuestras primeras palabras consistían en presentarnos para hablar de una degustación del producto en el centro de trabajo y, si ello no era posible, le ofrecíamos unas cajas de producto de prueba, sin cargo alguno, para después pasar a preguntar si les había gustado, recoger los envases y según se presentara la situación intentar venderles el producto.
De todos modos los resultados eran pírricos y ello nos tenía desanimados, sobre todo el Sr. Santamaría, que era el nombre de mi colaborador, el cual repetía una y otra vez:
para que vamos a entrar en esta fábrica si ya están servidos con los otros productos, a lo que contestaba yo. Tenemos que hacer nuestro trabajo y ¿quien sabe si conseguiremos clientes o no? -Contestándome él- Tú tienes más moral que el alcoyano.
Yo pensaba que la cosa no era tan mala para nosotros que cobrábamos un buen sueldo sin depender de los clientes que pudiésemos conseguir, pero los resultados negativos también me afectaban a mí, aunque trataba de disimular y realizar un doble esfuerzo para animarme a mí y animar a mi colaborador que, se suponía estaba allí para darme ayuda y soporte. Hasta que llegó el momento decisivo y a la vez arriesgado que me vengo refiriendo. Me metí dentro del coche y le dije a mi compañero. Se acabó. Ya no visitamos ninguna empresa más. Nos vamos para Barcelona. Resultado: cuando el Sr. Santamaría me vio en aquella situación, se dedicó a animarme y ponerse delante para realizar el trabajo, con mayor o menor éxito, pero haciendo todas las visitas que nos era posible y, al final, como todo lo que se hace bien y se aplica la constancia, se consiguieron clientes, algunos de ellos muy buenos como: las clínicas Santa fe y El Niño Jesús y la empresa Bronwoveri…

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