miércoles, diciembre 23, 2015

EL JAMONERO DE TREVÉLEZ (gran estafador)









EL JAMONERO DE TREVÉLEZ
La historia real del llamado caso del "Jamonero de Trevélez", nos debe hacer pensar las malas y hasta dramáticas consecuencias que  ocurren cuando nos deslizamos por el camino fácil. Así viene ocurriendo desde que el Mundo es Mundo porque siempre hay individuos o grupos preparando trampas, con sus cebos correspondientes, para atrapar a los deseosos de ventajas y ganancias fáciles, y hasta hacer fortuna en poco tiempo.

A mí me enseñaron que cuando nos ofrecen algo muy ventajoso se ha de pensar si nos estarán poniendo cebo como se hace con el  queso gratis en las ratoneras.

Yo nací, me crié y vuelvo de vacaciones a Pampaneira, -pueblo muy cerca de Trevélez-  y conozco a  personas   que cayeron en la trampa del "Jamonero Fernando" con: diez, veinte, treinta y hasta cien millones de  pesetas. Y lo peor fue que algunos pidieron préstamos a interés normal para cobrar del "jamonero" un interés  superior.

También  se decían cosas como que: un cliente empezaba a  desconfiar por lo que se presentó en el despacho del "jamonero" para pedirle  los tres millones de pesetas que le había entregado. Fernando, ó sea, Antonio Herrero con toda naturalidad le contestó: ahora mismo te los doy. Con diligencia entró en una habitación para salir unos momentos después con un saco de billetes que vació en el suelo diciendo: 


Vamos a contar tus tres millones para que te los lleves.

Ante tal demostración, el prestador respondió: He pensado que será mejor que te los quedes algún tiempo más. 

Lo que transcribo a continuación es la Sentencia  facilitada por mi buen amigo y mejor persona: D. Miguel de Almodóvar Sel, abogado.

Sentencia, 25 de mayo 2009
Antonio Herrera, conocido como el "jamonero de Trevélez", acusado de estafar a casi 200 vecinos de la Alpujarra, aceptó hoy cumplir 11 años y cinco meses de cárcel y   pagar 807.200 euros de multa tras llegar a un acuerdo con el fiscal, que le pedía inicialmente 46 años y diez meses de prisión y 2,2 millones de euros de multa.

Así, el juicio, que estaba previsto hoy en la Sección Primera de la Audiencia de Granada, no ha llegado a celebrarse y ha quedado visto para sentencia, puesto que todas las acusaciones, que representaban a particulares y empresas perjudicadas y a la Abogacía del Estado, se han adherido a la solicitud del Ministerio Público, con el que también han mostrado su conformidad las defensas, la de Herrera y la de su mujer, también procesada,  Concepción G. N.

El jamonero, que estuvo en paradero desconocido desde el 8 de octubre de 2004 hasta el mes de junio de 2007, cuando fue encontrado en la República Dominicana, ha aceptado ser así el autor de un delito continuado de estafa y apropiación indebida en concurso con otro continuado de falsedad en documento mercantil; otro de estafa; otro de alzamiento de bienes; y cuatro delitos más contra la Hacienda Pública.

Su mujer, de la que actualmente está separado, también se ha conformado con la modificación hecha hoy por el fiscal, un total de dos años de prisión y multa de 800.000 euros, frente a la pena de siete años de cárcel y multa de más de 730.000 euros a las que se enfrenta inicialmente, por tres delitos contra la Hacienda Pública. 

Ambos deberán además indemnizar de manera solidaria a todos los perjudicados en más de 11,7 millones de euros, y hacer frente al pago de 728.419 euros, a ingresar en Hacienda Pública por la cuota tributaria no ingresad.

En su escrito de calificación, al que tuvo acceso Europa Press, el fiscal señala que Antonio Herrera, también conocido como " Fernando" fue director de una entidad bancaria el la localidad de Trevélez, hasta que a principios de la década de los 90 decidió dedicarse en exclusiva al negocio del jamón serrano, aprovechando la excelencia de los parajes de la Alpujarra para la curación de este producto.

Salado de jamones

Los años de dirección de la entidad bancaria le facilitaron conocer los recursos económicos de los clientes al tener acceso directo a sus cuentas, de forma que estaba al tanto de las posibilidades económicas de cada vecino. Asimismo su condición de director de banco le dotaba de credibilidad empresarial y de apariencia de solvencia para comenzar a desenvolverse en sus futuros negocios.
CONOCÍA LOS DATOS DE LAS CUENTAS DE SUS CLIENTES

Así las cosas, el 21 de diciembre de 1993 constituye con su esposa la sociedad mercantil "Jamones Fernando S. L.", cuyo objeto era el secado y curación de jamones, con sede social en Trevélez, donde ambos residían. Poco después de iniciar su actividad empresarial. 

Herrera decide utilizar como línea de financiación el capital proveniente de los vecinos de la zona.  Para ello, cuando conocía que alguien de la comarca disponía de fondos, se ponía en contacto con él para la inversión. Así efectuaba persistentes comunicaciones verbales, llamadas telefónicas e incluso se trasladaba a otras localidades para la captación de fondos.

 En ellas ofrecía un negocio muy rentable, sin riesgo, destacando su negocio sobre los demás existentes en el mercado, incluido el inmobiliario. Haciendo hincapié  en el alto interés que ofrecía, en comparación con los  depósitos bancarios. Para ello detallaba entre el precio de la carne cruda y la curada, obteniendo para su venta un beneficio de entre el 30 por ciento y el 40 por ciento, que se repartirían entre cliente y empresario.

En estas primeras comunicaciones no revelaba la situación de "precariedad" de su empresa y la probable pérdida del ahorro, sino todo lo contrario. 

El acusado realizaba una auténtica "puesta en escena" donde, con "ánimo de ilícito beneficio", mantenía una conversación afable y cercana y, usando su carácter tranquilo y generador de confianza, exhibía al cliente los secaderos de Trevélez repletos de Jamones, restaurantes de lujo en el que solía invitarlos a almorzar, alardeaba de diversos negocios y restaurantes o de los numerosos trabajadores a su servicio.

También explicaba el objeto de la inversión -dinero destinado directamente a la comprar partidas de jamón crudo para secarlo y repartir el beneficio- pero nunca manifestaba al inversor que el dinero sería destinado a pagar a otros acreedores o a otros fines. Ante la posible reticencia del cliente a invertir su capital, ofrecía siempre la garantía del propio jamón comprado, su patrimonio o una "inexistente" cartera de seguros.


Secadero de jamones al natural

A este respecto, desplegó dos formas de financiación: la inversión en jamones y la "maquila". En la primera, el perjudicado entregaba a Herrera cantidades económicas a cambio de un alto interés, que variaba  desde el siete por ciento en los primeros préstamos (años 1997 y siguientes) y el 25 (años 2003 y 2004), cuya devolución con diferentes y confusos lotes de jamones, pólizas de seguro que decía tener y sus demás bienes personales o de la empresa.

USABA LA "MAQUILA"  CON EMPRESARIOS Y PARTICULARES
La segunda línea de financiación, la conocida como "maquila", era una figura mixta entre el depósito y el arrendamiento de servicios, usada cuando un empresario cárnico que no disponía de saladeros o secaderos de jamón, entregaba al procesado, que sí disponía de ellos jamones en crudo para que se salasen  y secasen  en sus instalaciones, a cambio de una cantidad, un método que también utilizaba  con particulares.


Secadero de jamones

Tanto en el caso de la inversión en jamones como el de "maquila", el procesado, con "ánimo ilícito de beneficio", no destinaba esas entregas dinerarias a la compra de jamones crudos para garantizar la devolución del capital recibido, tal y como se había contravenido con los prestatarios, sino que empleaba esas prestaciones, con "ánimo de ocultarlas o hacerlas desaparecer", a destinos diferentes al secado, salado y compraventa de jamones, o bien utilizaba los mismo jamones para diferentes clientes o, en algunos casos, ni compraba los jamones.

Así las cosas, a partir del 2002 y 2003, cuando los inversores -perjudicados- pretendían retornar las cantidades prestadas con sus correspondientes intereses devengados, Herrera lograba convencerlos con "falsas promesas" para que reinvirtiesen su capital en el "fraudulento" entramado empresarial creado, cuya situación deficitaria e insostenible era ya plenamente conocida por el procesado, que derivó en un concurso necesario de quiebra.

Derivado de todo lo anterior, en los meses antes de la fuga de Herrera, cuando la situación resultaba insostenible y determinados acreedores apremiaban de forma insistente e inaplazable la devolución de lo entregado, el acusado perjuicio de los acreedores, según indica el fiscal, efectuó venta de determinados bienes por valor inferior a su valor de mercado.

Asimismo las cantidades recibidas por Herrera no eran contabilizadas en las correspondientes cuentas societarias, ni asentadas en los correspondientes libros mercantiles y sin acceso a los registros de naturaleza mercantil, de modo que no podían  ser fiscalizadas por Hacienda, eludiendo tanto el acusado como su esposa, en calidad de administradora solidaria de la empresa "Jamones Fernando", el pago de los tributos legalmente exigidos por la Administración Tributaria.

El que Antonio Herrera estuviera en paradero desconocido durante casi tres años ocasionó, para el Ministerio Público, la paralización de la investigación y la imposibilidad de avance del procedimiento durante ese tiempo respecto a su entonces mujer, por lo que en ella concurre la circunstancia atenuante de dilación indebida.

El jamonero de Trevélez acepta once años de cárcel por estafa a sus vecinos
 
Un acuerdo entre defensas, fiscal y acusaciones rebaja la condena inicial. A la esposa del acusado se le impondrán dos años por delitos contra la Hacienda.

Y. H. / GRANADA  | Actualizado 26.05.2009-07:43

Varios agentes escoltan al jamonero de Trevélez en las dependencias de la Audiencia de Granada, ayer.
Estafó a decenas de pequeños inversores de la Alpujarra granadina y huyó al extranjero cuando se descubrió el pastel. Finalmente fue localizado y detenido por la Interpol en la República Dominicana. 

Ayer, el jamonero de Trevélez se sentó en el banquillo de los acusados de la Audiencia provincial de Granada, donde se escribió   la historia. Antonio Herrera, que es como se llama en realidad el popular empresario, aceptó ayer una condena de once años y cinco meses  de prisión por haber engañado a sus vecinos, frente a los casi 47 años de cárcel que inicialmente se solicitaba para él.

Un acuerdo entre el fiscal, las defensas de Antonio Herrera y su mujer, el abogado del Estado y las acusaciones particulares fue el colofón de este mediático caso, que iba a ser enjuiciado en ocho sesiones repartidas entre este mes y el siguiente y que iba a contar con157 testigos.

Tras el acuerdo, el tribunal de la Sección Primera de la Audiencia dictará en los próximos días una sentencia de conformidad, en la que el jamonero de Trevélez será declarado autor de siete delitos: un delito de estafa y apropiación indebida en concurso ideal con un continuo continuado de estafa en documento mercantil, un delito de alzamiento de bienes, cuatro delitos contra la Hacienda Pública y otro delito más de estafa.

Su esposa, Concepción G. N.,que también estaba acusada en este proceso y de la que está separado, será condenada a dos años de prisión por tres delitos contra el fisco con la atenuante de dilaciones indebidas.
No es de extrañar que el jamonero aceptase los extremos del acuerdo, pues la modificación introducida por el Ministerio Público en su calificación de los hechos supone una rebaja 35 años en la condena inicialmente solicitada por él.

Junto a la pena de prisión, Herrera habrá de pagar multas por807.200 euros y perderá la posibilidad de obtener  subvenciones o ayudas públicas y del derecho a gozar de beneficios o incentivos fiscales o de la Seguridad Social durante tres años.

Concepción tendrá que pagar también una multa de 800.000 euros y ambos, de manera solidaria, deberán abonar una indemnización  que supera los 11,7 millones de euros a los afectados y pagar conjuntamente una multa de 728.419 euros a la Hacienda Pública por la cuota tributaria no ingresada.

El fiscal relata en su nueva calificación de los hechos que el acusado, también conocido como Fernando, fue  director de una entidad bancaria de la localidad de Trevélez hasta principios de la década de los 90, cuando decidió dedicarse en exclusiva  al negocio del jamón serrano. Por su labor como director de banco, el acusado " estaba al tanto de las posibilidades económicas de cada vecino", en trabajo que le había dotado de "credibilidad empresarial y apariencia de solvencia.

En diciembre de 1993 constituyó con su esposa la sociedad mercantil Jamones Fernando SL usando como financiación el capital de los vecinos y "cuando conocía que alguien disponía de fondos se ponía en contacto con él".

La primera fórmula de financiación desarrollada por Herrera fue la inversión en jamones, en la que el perjudicado le entregaba cantidades de dinero a cambio de entre 7 y el 25 % de interés después de que estos hubieran secado. En los meses previos de su fuga, el 8 de octubre de 2004, el acusado vendió algunos de sus bienes por un precio inferior al de mercado y permaneció en paradero desconocido hasta finales de 2007 en que fue arrestado por la Interpol.

Reflexión: Desde que el mundo es mundo siempre ha habido  personas o grupo que les apetecía quedarse con el dinero de los demás y algunos de ellos lo han intentado con la fórmula de ofrecer ventajas, que es lo que el ser humano desea,

   En España se ha utilizado mucho el timo del “TOCOMOCHO” que consistía en presentarse con tonto e ignorante preguntando si un décimo de lotería que llevaba en la mano podía tener algún premio.

La persona que lo o personas que lo escuchaban le respondían que no lo sabían pero que  lo mejor sería preguntarlo en una administración de lotería pero, que casualidad, había varios días de fiesta seguidos y ello no era posible. En aquellos momentos aparecía otra persona que hacía un apartado con el posible estafado para comentarle que aquel número estaba premiado con una determinada cantidad y se ofrecía para quedárselo al 50% entre los dos, ya que el aparente ignorante insistía que no podía esperar para consultarlo por tener que volver al pueblo.

La nueva persona que había entrado en acción sacaba el dinero de su parte para pagar al portador del billete y el timado una cantidad igual.

Como garantía el incauto, deseoso de ganarse un dinero sin esfuerzo, se que quedaba con la garantía del billete de lotería, quedando de acuerdo con su socio que el próximo día laborable se reunirían a primer hora en un lugar acordado para cobrar el premio y repartírselo entre ambos.

Poco después se reunían el timador y su colaborador para repartirse el dinero y el día acordado se cansaba de esperar el timado porque nunca volvería a ver a su socio.

EL TIMO DE LOS INTERESES ALTOS
En los años que yo estaba bastante estresado por el trabajo me abordó un vecino de mi propia escalera para decirme que si tenía dinero había la oportunidad de sacarle ya que los del banco estaban abusando de nosotros quedándose con nuestro dinero y después dárselo a los Empresarios con intereses desorbitados.

Pero hay un  Empresario que ha decidido adquirir el dinero directamente   
 de sus dueños y pagarnos a nosotros lo que le cobran los bancos.

Yo le contesté  que no disponía de dinero para invertir, por la desconfianza que me inspiraba el vecino de vivienda.

Aquello pasó y olvidado de la oferta empezó a oírse entre los vecinos de la escalera que varios de ellos habían sido estafados.

Finalmente supe que bastantes vecinos había prestado dinero y no lo podían recuperar, enterándome que, hasta mi esposa había invertido 300.000 pesetas que le había prestado su hermana, aunque ella siempre me dice que las había podido recuperar pagándole a su hermana con el documento que le habían entregado los estafadores.

También supe que una de las que daba la cara en el caso, llamada Maite, le habían roto la cara con un ladrillo lo llevó a la cárcel a agresor.

Y aunque tendría muchos casos para contar prefiero quedarme con lo que sucedió   a mi tío y padrino que hizo una visita a la Capital de Granada y se le presentaron unos farsantes ofreciéndole una cajita que decían estaba llena de joyas en su interior y que había de comprar con un ocio. Y él, mostrándose muy interesado, les dijo que tenía el dinero en la pensión y había de ir a por el mismo, quedando de acuerdo en reunirse en un lugar acordado al que nunca volvió.

CONSECUENCIAS: Desconfiar de quien os ofrezca muchas ventajas.







No hay comentarios:

Publicar un comentario