La historia real del llamado caso del
"Jamonero de Trevélez", nos debe hacer pensar las malas y hasta
dramáticas consecuencias que ocurren
cuando nos deslizamos por el camino fácil. Así viene ocurriendo desde que el
Mundo es Mundo porque siempre hay individuos o grupos preparando trampas, con
sus cebos correspondientes, para atrapar a los deseosos de ventajas y ganancias
fáciles, y hasta hacer fortuna en poco tiempo.
A mí me enseñaron que cuando nos ofrecen algo
muy ventajoso se ha de pensar si nos estarán poniendo cebo como se hace con el queso gratis en las ratoneras.
Yo nací, me crié y vuelvo de vacaciones a
Pampaneira, -pueblo muy cerca de Trevélez-
y conozco a personas que cayeron en la trampa del "Jamonero
Fernando" con: diez, veinte, treinta y hasta cien millones de pesetas. Y lo peor fue que algunos pidieron
préstamos a interés normal para cobrar del "jamonero" un interés superior.
También se decían cosas como que: un cliente empezaba
a desconfiar por lo que se presentó en
el despacho del "jamonero" para pedirle los tres millones de pesetas que le había
entregado. Fernando, ó sea, Antonio Herrero con toda naturalidad le contestó:
ahora mismo te los doy. Con diligencia entró en una habitación para salir unos
momentos después con un saco de billetes que vació en el suelo diciendo:
Vamos a contar tus tres millones para que te los lleves.
Vamos a contar tus tres millones para que te los lleves.
Ante tal demostración, el prestador respondió:
He pensado que será mejor que te los quedes algún tiempo más.
Lo que transcribo a continuación es la Sentencia
facilitada por mi buen amigo y mejor
persona: D. Miguel de Almodóvar Sel, abogado.
Sentencia, 25 de mayo
2009
Antonio Herrera, conocido como el "jamonero
de Trevélez", acusado de estafar a casi 200 vecinos de la Alpujarra,
aceptó hoy cumplir 11 años y cinco meses de cárcel y pagar 807.200 euros de multa tras llegar a
un acuerdo con el fiscal, que le pedía inicialmente 46 años y diez meses de
prisión y 2,2 millones de euros de multa.
Así, el juicio, que estaba previsto hoy en la
Sección Primera de la Audiencia de Granada, no ha llegado a celebrarse y ha
quedado visto para sentencia, puesto que todas las acusaciones, que
representaban a particulares y empresas perjudicadas y a la Abogacía del
Estado, se han adherido a la solicitud del Ministerio Público, con el que
también han mostrado su conformidad las defensas, la de Herrera y la de su
mujer, también procesada, Concepción G.
N.
El jamonero, que estuvo en paradero
desconocido desde el 8 de octubre de 2004 hasta el mes de junio de 2007, cuando
fue encontrado en la República Dominicana, ha aceptado ser así el autor de un
delito continuado de estafa y apropiación indebida en concurso con otro
continuado de falsedad en documento mercantil; otro de estafa; otro de
alzamiento de bienes; y cuatro delitos más contra la Hacienda Pública.
Su mujer, de la que actualmente está separado,
también se ha conformado con la modificación hecha hoy por el fiscal, un total
de dos años de prisión y multa de 800.000 euros, frente a la pena de siete años
de cárcel y multa de más de 730.000 euros a las que se enfrenta inicialmente,
por tres delitos contra la Hacienda Pública.
Ambos deberán además indemnizar de
manera solidaria a todos los perjudicados en más de 11,7 millones de euros, y
hacer frente al pago de 728.419 euros, a ingresar en Hacienda Pública por la
cuota tributaria no ingresad.
En su escrito de calificación, al que tuvo
acceso Europa Press, el fiscal señala que Antonio Herrera, también conocido
como " Fernando" fue director de una entidad bancaria el la localidad
de Trevélez, hasta que a principios de la década de los 90 decidió dedicarse en
exclusiva al negocio del jamón serrano, aprovechando la excelencia de los
parajes de la Alpujarra para la curación de este producto.
Salado de jamones
Los años de dirección de la entidad bancaria le
facilitaron conocer los recursos económicos de los clientes al tener acceso
directo a sus cuentas, de forma que estaba al tanto de las posibilidades
económicas de cada vecino. Asimismo su condición de director de banco le dotaba
de credibilidad empresarial y de apariencia de solvencia para comenzar a
desenvolverse en sus futuros negocios.
CONOCÍA LOS DATOS DE LAS CUENTAS DE SUS CLIENTES
Así las cosas, el 21 de diciembre de 1993
constituye con su esposa la sociedad mercantil "Jamones Fernando S.
L.", cuyo objeto era el secado y curación de jamones, con sede social en
Trevélez, donde ambos residían. Poco después de iniciar su actividad
empresarial.
Herrera decide utilizar como línea de financiación el capital
proveniente de los vecinos de la zona.
Para ello, cuando conocía que alguien de la comarca disponía de fondos,
se ponía en contacto con él para la inversión. Así efectuaba persistentes
comunicaciones verbales, llamadas telefónicas e incluso se trasladaba a otras
localidades para la captación de fondos.
En ellas ofrecía un negocio muy rentable, sin
riesgo, destacando su negocio sobre los demás existentes en el mercado,
incluido el inmobiliario. Haciendo hincapié
en el alto interés que ofrecía, en comparación con los depósitos bancarios. Para ello detallaba
entre el precio de la carne cruda y la curada, obteniendo para su venta un
beneficio de entre el 30 por ciento y el 40 por ciento, que se repartirían
entre cliente y empresario.
En estas primeras comunicaciones no revelaba la
situación de "precariedad" de su empresa y la probable pérdida del
ahorro, sino todo lo contrario.
El acusado realizaba una auténtica "puesta
en escena" donde, con "ánimo de ilícito beneficio", mantenía una
conversación afable y cercana y, usando su carácter tranquilo y generador de
confianza, exhibía al cliente los secaderos de Trevélez repletos de Jamones,
restaurantes de lujo en el que solía invitarlos a almorzar, alardeaba de
diversos negocios y restaurantes o de los numerosos trabajadores a su servicio.
También explicaba el objeto de la inversión
-dinero destinado directamente a la comprar partidas de jamón crudo para
secarlo y repartir el beneficio- pero nunca manifestaba al inversor que el
dinero sería destinado a pagar a otros acreedores o a otros fines. Ante la
posible reticencia del cliente a invertir su capital, ofrecía siempre la
garantía del propio jamón comprado, su patrimonio o una "inexistente"
cartera de seguros.
Secadero de jamones al natural
A este respecto, desplegó dos formas de
financiación: la inversión en jamones y la "maquila". En la primera,
el perjudicado entregaba a Herrera cantidades económicas a cambio de un alto
interés, que variaba desde el siete por
ciento en los primeros préstamos (años 1997 y siguientes) y el 25 (años 2003 y
2004), cuya devolución con diferentes y confusos lotes de jamones, pólizas de
seguro que decía tener y sus demás bienes personales o de la empresa.
USABA LA "MAQUILA" CON
EMPRESARIOS Y PARTICULARES
La segunda línea de financiación, la conocida
como "maquila", era una figura mixta entre el depósito y el
arrendamiento de servicios, usada cuando un empresario cárnico que no disponía
de saladeros o secaderos de jamón, entregaba al procesado, que sí disponía de
ellos jamones en crudo para que se salasen
y secasen en sus instalaciones, a
cambio de una cantidad, un método que también utilizaba con particulares.
Secadero de jamones
Tanto en el caso de la inversión en jamones como
el de "maquila", el procesado, con "ánimo ilícito de
beneficio", no destinaba esas entregas dinerarias a la compra de jamones
crudos para garantizar la devolución del capital recibido, tal y como se había
contravenido con los prestatarios, sino que empleaba esas prestaciones, con
"ánimo de ocultarlas o hacerlas desaparecer", a destinos diferentes
al secado, salado y compraventa de jamones, o bien utilizaba los mismo jamones
para diferentes clientes o, en algunos casos, ni compraba los jamones.
Así las cosas, a partir del 2002 y 2003, cuando
los inversores -perjudicados- pretendían retornar las cantidades prestadas con
sus correspondientes intereses devengados, Herrera lograba convencerlos con
"falsas promesas" para que reinvirtiesen su capital en el
"fraudulento" entramado empresarial creado, cuya situación
deficitaria e insostenible era ya plenamente conocida por el procesado, que
derivó en un concurso necesario de quiebra.
Derivado de todo lo anterior, en los meses antes
de la fuga de Herrera, cuando la situación resultaba insostenible y
determinados acreedores apremiaban de forma insistente e inaplazable la
devolución de lo entregado, el acusado perjuicio de los acreedores, según
indica el fiscal, efectuó venta de determinados bienes por valor inferior a su
valor de mercado.
Asimismo las cantidades recibidas por Herrera no
eran contabilizadas en las correspondientes cuentas societarias, ni asentadas
en los correspondientes libros mercantiles y sin acceso a los registros de
naturaleza mercantil, de modo que no podían ser fiscalizadas por Hacienda, eludiendo tanto
el acusado como su esposa, en calidad de administradora solidaria de la empresa
"Jamones Fernando", el pago de los tributos legalmente exigidos por
la Administración Tributaria.
El que Antonio Herrera estuviera en paradero
desconocido durante casi tres años ocasionó, para el Ministerio Público, la
paralización de la investigación y la imposibilidad de avance del procedimiento
durante ese tiempo respecto a su entonces mujer, por lo que en ella concurre la
circunstancia atenuante de dilación indebida.
El jamonero de Trevélez
acepta once años de cárcel por estafa a sus vecinos
Un acuerdo entre
defensas, fiscal y acusaciones rebaja la condena inicial. A la esposa del
acusado se le impondrán dos años por delitos contra la Hacienda.
Y. H. / GRANADA | Actualizado 26.05.2009-07:43
Varios agentes escoltan al jamonero de Trevélez
en las dependencias de la Audiencia de Granada, ayer.
Estafó a decenas de pequeños inversores de la
Alpujarra granadina y huyó al extranjero cuando se descubrió el pastel.
Finalmente fue localizado y detenido por la Interpol en la República Dominicana.
Ayer, el jamonero de Trevélez se sentó en el banquillo de los acusados
de la Audiencia provincial de Granada, donde se escribió la
historia. Antonio Herrera, que es como se llama en realidad el popular
empresario, aceptó ayer una condena de once años y cinco meses de prisión por haber engañado a sus vecinos,
frente a los casi 47 años de cárcel que inicialmente se solicitaba para él.
Un acuerdo entre el fiscal, las defensas de
Antonio Herrera y su mujer, el abogado del Estado y las acusaciones
particulares fue el colofón de este mediático caso, que iba a ser enjuiciado en
ocho sesiones repartidas entre este mes y el siguiente y que iba a contar
con157 testigos.
Tras el acuerdo, el tribunal de la Sección
Primera de la Audiencia dictará en los próximos días una sentencia de
conformidad, en la que el jamonero de Trevélez será declarado autor de
siete delitos: un delito de estafa y apropiación indebida en concurso ideal con
un continuo continuado de estafa en documento mercantil, un delito de alzamiento
de bienes, cuatro delitos contra la Hacienda Pública y otro delito más de
estafa.
Su esposa, Concepción G. N.,que también estaba
acusada en este proceso y de la que está separado, será condenada a dos años de
prisión por tres delitos contra el fisco con la atenuante de dilaciones
indebidas.
No es de extrañar que el jamonero aceptase los
extremos del acuerdo, pues la modificación introducida por el Ministerio
Público en su calificación de los hechos supone una rebaja 35 años en la
condena inicialmente solicitada por él.
Junto a la pena de prisión, Herrera habrá de
pagar multas por807.200 euros y perderá la posibilidad de obtener subvenciones o ayudas públicas y del derecho
a gozar de beneficios o incentivos fiscales o de la Seguridad Social durante
tres años.
Concepción tendrá que pagar también una multa de
800.000 euros y ambos, de manera solidaria, deberán abonar una
indemnización que supera los 11,7
millones de euros a los afectados y pagar conjuntamente una multa de 728.419
euros a la Hacienda Pública por la cuota tributaria no ingresada.
El fiscal relata en su nueva calificación de los
hechos que el acusado, también conocido como Fernando, fue director de una entidad bancaria de la
localidad de Trevélez hasta principios de la década de los 90, cuando decidió
dedicarse en exclusiva al negocio del
jamón serrano. Por su labor como director de banco, el acusado " estaba al
tanto de las posibilidades económicas de cada vecino", en trabajo que le
había dotado de "credibilidad empresarial y apariencia de solvencia.
En diciembre de 1993 constituyó con su esposa la
sociedad mercantil Jamones Fernando SL usando como financiación el capital de
los vecinos y "cuando conocía que alguien disponía de fondos se ponía en
contacto con él".
La primera fórmula de financiación desarrollada
por Herrera fue la inversión en jamones, en la que el perjudicado le entregaba
cantidades de dinero a cambio de entre 7 y el 25 % de interés después de que
estos hubieran secado. En los meses previos de su fuga, el 8 de octubre de 2004,
el acusado vendió algunos de sus bienes por un precio inferior al de mercado y
permaneció en paradero desconocido hasta finales de 2007 en que fue arrestado
por la Interpol.
Reflexión: Desde que el mundo es mundo siempre
ha habido personas o grupo que les
apetecía quedarse con el dinero de los demás y algunos de ellos lo han
intentado con la fórmula de ofrecer ventajas, que es lo que el ser humano
desea,
En España
se ha utilizado mucho el timo del “TOCOMOCHO” que consistía en presentarse con
tonto e ignorante preguntando si un décimo de lotería que llevaba en la mano
podía tener algún premio.
La persona que lo o personas que lo escuchaban
le respondían que no lo sabían pero que
lo mejor sería preguntarlo en una administración de lotería pero, que
casualidad, había varios días de fiesta seguidos y ello no era posible. En
aquellos momentos aparecía otra persona que hacía un apartado con el posible
estafado para comentarle que aquel número estaba premiado con una determinada
cantidad y se ofrecía para quedárselo al 50% entre los dos, ya que el aparente ignorante
insistía que no podía esperar para consultarlo por tener que volver al pueblo.
La nueva persona que había entrado en acción
sacaba el dinero de su parte para pagar al portador del billete y el timado una
cantidad igual.
Como garantía el incauto, deseoso de ganarse un
dinero sin esfuerzo, se que quedaba con la garantía del billete de lotería,
quedando de acuerdo con su socio que el próximo día laborable se reunirían a
primer hora en un lugar acordado para cobrar el premio y repartírselo entre
ambos.
Poco después se reunían el timador y su
colaborador para repartirse el dinero y el día acordado se cansaba de esperar
el timado porque nunca volvería a ver a su socio.
EL TIMO DE LOS INTERESES ALTOS
En los años que yo estaba bastante estresado por
el trabajo me abordó un vecino de mi propia escalera para decirme que si tenía
dinero había la oportunidad de sacarle ya que los del banco estaban abusando de
nosotros quedándose con nuestro dinero y después dárselo a los Empresarios con
intereses desorbitados.
Pero hay un Empresario que ha decidido adquirir el dinero
directamente
de sus
dueños y pagarnos a nosotros lo que le cobran los bancos.
Yo le contesté
que no disponía de dinero para invertir, por la desconfianza que me
inspiraba el vecino de vivienda.
Aquello pasó y olvidado de la oferta empezó a oírse
entre los vecinos de la escalera que varios de ellos habían sido estafados.
Finalmente supe que bastantes vecinos había
prestado dinero y no lo podían recuperar, enterándome que, hasta mi esposa había
invertido 300.000 pesetas que le había prestado su hermana, aunque ella siempre
me dice que las había podido recuperar pagándole a su hermana con el documento
que le habían entregado los estafadores.
También supe que una de las que daba la cara en
el caso, llamada Maite, le habían roto la cara con un ladrillo lo llevó a la cárcel
a agresor.
Y aunque tendría muchos casos para contar prefiero
quedarme con lo que sucedió a mi tío y padrino que hizo una visita a la Capital
de Granada y se le presentaron unos farsantes ofreciéndole una cajita que decían
estaba llena de joyas en su interior y que había de comprar con un ocio. Y él,
mostrándose muy interesado, les dijo que tenía el dinero en la pensión y había
de ir a por el mismo, quedando de acuerdo en reunirse en un lugar acordado al
que nunca volvió.
CONSECUENCIAS: Desconfiar de quien os ofrezca
muchas ventajas.
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