VIDA ENTRE LOBOS
(Cuento sobre un hecho real)
(Cuento sobre un hecho real)
En la provincia de Granada de una Andalucía
subdesarrollada y con grandes diferencias
entre
señoritos, dueños de grandes latifundios, y los obreros que con su
trabajo y sudor cultivaban los campos.
A una familia de caseros de la provincia de Granada les nació un hijo
que era la mayor alegría que habían sentido en su vida y, como las alegrías suelen durar poco en la casa de los
pobres, el hombre de la casa contrajo una enfermedad que lo llevó a la cama sin
remedio.
La mujer y
madre de aquel niño se esforzaba cuanto podía para atender a su marido, al niño
y las obligaciones como caseros pero por más que se esforzaba le era imposible
hacer todo, y cuando venían los señores no encontraban su vivienda todo lo
limpia y arreglada que ellos deseaban, decidieron sustituirlos por otra
familia, le dijeron que había de marchar
para dejar su vivienda para los nuevos caseros.
La mujer se sintió muy triste al pensar que haría
con su marido enfermo y un niño pequeño, sin casa donde cobijarse ni ingresos.
El dueño le
informó que su marido se podría hacer cargo la “Beneficencia” y ella dedicarse
a la limpieza de viviendas y así podría pagar una habitación donde cobijarse.
¿Y qué haré
con el niño?
Si no hay otra solución nos lo podemos quedar
nosotros para librarte de esa pesada carga.
La mujer se puso a llorar al oír que habría de que
separarse de su hijo pero como no había otra solución, dejó el niño con los
Señoritos, la “Beneficencia se hizo cargo de su marido enfermo, y ella se metió
a servir en una casa de ricos de la capital.
En aquella situación el niño, que los Señoritos se
lo habían quedado para facilitar la salida de su madre, lo entregaron a unos
pastores que pasaban el invierno en los eriales de Torre del Mar y otros
pueblos cercanos. Ya que pasados unos años podía ayudar a guardar las ovejas.
Todo salió como esperaban los pastores y el niño
sería un pastorcillo competente y
atrevido que llevaba las ovejas a las
montañas más alejadas donde estaban los mejores pastos.
Todo iba bien hasta que un día se había alejado
tanto que se le hizo de noche antes de regresar. Y para acabarlo de complicar
apareció una tormenta con relámpagos, truenos
Y la lluvia más intensa que jamás se había
producido. Las ovejas se dispersaron y el pastorcillo no sabia para donde
tirar.
La
lluvia había empapado su ropa hasta tal
punto que casi no podía caminar y para acabarlo de complicar, después de un
relámpago y el ruido del trueno en la obscuridad tropezó y cayó quedando sin conocimiento.
Cuando
despertó, en plena noche, comenzó a caminar hasta llegar a una cueva en la que
se cobijó sin sospechar siquiera que aquello era la morada de una familia de
lobos, en la que dormían cinco lobeznos, pero como el pastorcillo no estaba en
condiciones de elegir se despojó de sus ropas mojadas y poco después se quedaba
dormido.
Al
día siguiente, cuando se despertó, estaba rodeado de los cinco lobeznos que
jugueteaban con él que, terminaría revolcándose con todos ellos.
A
media mañana apareció la loba acompañada de su compañero con una liebre y dos
conejos para sus pequeños. Su sorpresa fue encontrar al pastorcillo junto a sus
crías al que olfatearon y olía igual que los lobeznos.
En
aquella situación descuartizaron las presas para facilitar la comidas de sus
hijitos.
El
pastorcillo miraba pero no se atrevía a tomar un bocado de aquella carne. Pero
cuando los lobeznos habían comido se decidió a tomar un trozo de carne por lo
que recibió un fuerte manotazo de la loba madre. La cual terminaría dándole trocitos
de la carne que había sobrado.
De
momento el pastorcillo había encontrado cobijo, comida y lo mejor terminaría
encontrando una familia aunque, eso sí, de lobos.
Aquella
tarde la loba y su compañero decidieron que el pastorcillo les acompañara a los
territorios de caza, pero nada más salir encontraron una de las ovejas con una
pata rota que facilitó aun más la consecución de carne para unos días.
Con
las necesidades alimenticias cubiertas durante los día siguientes toda la
familia, a la que ya pertenecía el pastorcillo, se dedicaron a corretear por
los alrededores de la cueva y el pastorcillo siempre vigilado por el jefe de la manada lo que le impedía
siquiera pensar en el regreso a la majada de pastores que, por otra parte, no
le traía buenos recuerdos. Ya que le obligaban a dormir en el corral con las
ovejas y compartir la comida con los perros.
Así
fue pasando el tiempo hasta que el pastorcillo se sentía integrado en la
familia de lobos que lo habían admitido como uno más.
Los
próximos meses estuvieron dedicados a enseñar a los pequeños, entre los que se
encontraba el pastorcillo, las técnicas de caza y como defenderse ante otras
manadas de lobos, perros y otros competidores de caza.
El
pastorcillo consiguió lanzar las piedras con tanta fuerza y precisión a las
presas que no se le escapaba ni una de ellas. Esa habilidad era muy valoraban por los otros miembros de
la familia, aunque el pastorcillo sentía tener contar con las ovejas entre sus
presas.
En
esa situación, el pastorcillo, comenzó a sufrir unos fuertes dolores de muelas
que le impedían masticar la carne cruda.
la que había de tragar entera con los consiguientes problemas de digestión.
Ello
unido a la aparición de las hormonas sexuales y no quería emparejarse con una
loba para formar una familia.
A
ello se unió la aparición de una fiebre muy alta debido a la gripe que padecía
por lo que no pudo acompañar a la familia durante varios días.
Y
cuando se sintió mejor tomó la decisión de abandonar los lobos y volver con los
humanos. Así lo hizo pero el recibimiento de ellos fue huir gritando:
¡El
hombre lobo!
Hasta
que uno de ellos le disparó con una escopeta de caza que lo llevó al hospital
de “Beneficencia” donde encontró a su padre
que, una vez curado, su se había
quedado a trabajar en la limpieza.
Unos
días después se encontró con su madre que la habían llevado al hospital por
unos fuertes dolores de estómago.
Y,
el caso fue que sin saber como: el padre, la madre y el hijo de conocieron y
volvieron a continuar sus vidas juntos.
Tomás Martín
Cifuentes
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