ALEGRÍAS Y TRISTEZAS
La alegría o tristeza es la expresión de nuestro estado de
ánimo, configurado por los hechos favorables o desfavorables que nos suceden.
Así pues, para evitar las tristezas, se habrían de impedir los hechos
desfavorables.
¿Y quien decide si los acontecimientos son
favorables o desfavorables? buenos o malos.
Lo decidimos nosotros cuando creamos deseos y nos
formamos expectativas sobre el posible cumplimiento de los mismos. Y no,
necesariamente, porque lo que deseamos sea bueno. Puede suceder que aquello que
deseamos no sea bueno para nosotros. Puede incluso suceder que nos sintamos
tristes porque no se ha producido algo que no aportaría ventaja alguna para
nosotros, e incluso que se haya producido algo que nos favorece.
Y también podemos sufrir desde el momento en que
creamos el deseo hasta el día, hora o momento prefijado para su ejecución.
Pongamos un ejemplo: Desde hace unos días sabemos que el Real Madrid y el
Fútbol C B se jugarán la continuación próximamente.
Y, aunque a fuerza de enfrentamientos se va rebajando algo las perspectivas
sobre estos partidos, los aficionados siguen deseando que el triunfador sea el
equipo que eligieron en su día como suyo y temiendo que sea el perdedor.
Estas cosas que las piensa cualquier aficionado,
se ven reforzadas por los medios de comunicación afines, que insisten, día si y
día también, sobre la importancia y necesidad de de ganar y el reto que ello
representa.
¿No creen ustedes que sería mejor analizar
tranquilamente porque deseamos lo que deseamos, sabiendo que nuestra alegría o
tristeza va a depender de algo que nosotros no podemos controlar?
Yo creo que si. Porque pensándolo bien ¿que
ganaremos nosotros si el Barcelona vence?
La satisfacción de haber acertado en nuestra
apuesta sentimental, llegando a decir y hasta creer que también hemos ganado
nosotros. ¿Y si es derrotado? La desilusión de no haber acertado en nuestra
apuesta sentimental, mientras rebuscamos los culpables que han hecho que el
Barca haya salido derrotado, acusando a los árbitros, las malas artes de los
jugadores contrarios y su entrenador, y como último recurso los fallos de los
jugadores de su equipo y el entrenador.
Nosotros sufriremos; pero seguiremos diciendo que
no nos hemos equivocado en la apuesta.
Así, con nuestras emociones incontroladas,
sufriremos y quizá haremos sufrir a otros, porque hemos fijado nuestro deseo en
el juego de unos trabajadores, trabajadores atípicos pero trabajadores al fin.
Si sopesáramos que nuestra apuesta a todo o nada
es arriesgada, quizá razonando llegaríamos a la conclusión que, porque el
Barcelona gane al Real Madrid no seremos más de lo que somos, ni que las
butifarras nos llegarán volando asadas y listas para comer.
Y en el caso contrario, si el Barcelona sale
derrotado, quizá no sea tan malo como creemos y nos han hecho creer.
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