IGUALES Y DIFERENTES
Ciertamente que somos iguales como seres y como personas, pero
posiblemente diferentes por una configuración física y psíquica determinada por
los genes que nos acompañan desde el inicio de nuestra vida y potenciados por
el recorrido que nos haya correspondido en el destino, la intervención de Dios
o la carambola de las cosas.
Así cuando nos encontramos entre un grupo de personas, se ve
claramente que, aunque todos tenemos boca, ojos, nariz, piernas, brazos..., los
matices permitirán diferenciar a unos de otros. Y cualidades que nos distinguirán por nuestras
palabras y nuestras acciones.
Como ejemplo puedo decir que las cuatro viviendas de los bajos del
edificio donde viví bastantes años, disponían de un espacio de terreno para que
cada propietario lo utilizara como creyera conveniente, siempre que no causara
molestias a los demás.
El hecho fue que, haciendo uso de su libertad, cada propietario
obtuvo resultados diferentes, dejando sin proponérselo documentos visibles y
expresivos de su personalidad. Pues una familia cultivó hortalizas, otra plantó
arbustos y flores sobre una alfombra de hierba, una tercera acondicionó el
suelo con cemento y la cuarta plantó pinos ya bien crecidos. Se trataba de
iguales como personas, pero diferentes en la manera de actual.
Cuantos participamos en un taller de escritura, plasmamos cosas
diferentes para responder a la proposición de la profesora sobre: ”Un encuentro inesperado”.
Ángela nos recordará unas horas agradables compartidas con una
amiga muy querida, gracias a un encuentro casual en el comparable marco del
“Barrio Gótico de Barcelona.
Pilar vivirá intimidades con su madre por el encuentro con lo que
ella llama “más que una fotografía”, visión sobre la que dejará correr ternura,
sentimientos, recuerdos y poesía, hablando de vacío glacial y hasta de océanos
del alma.
Dorita retrocederá a los tiempos en que su hermano Rafa, con la
colaboración de su amigo Miguel, hacía lo posible e imposible para que
conociera a Carmen (hermana de Miguel) y entablara amistad con ella,
recurriendo hasta el simulado olvido de un paraguas. Finalmente el encuentro y
la amistad se produjeron, aunque después de una gran amistad terminó sin saber
de ella, teniendo como última referencia Brasil.
Jordi nos relatará una historia con inicio en La Rambla de
Barcelona, donde una acción humanitaria propiciaría el encuentro entre un
catalán y una francesa, ambos del mundo de las artes y que, pasando por algún
sueño inoportuno reinician su aventura en París, la que se suele llamar, “Ciudad
de la Luz”, haciendo gala de la fama de bohemios que acompaña a personas de las
bellas artes.
Montserrat nos habla del encuentro entre Elías y Pablo, amigos que
no se veían desde hacía cuarenta años y que no pudo ser muy extenso por el
compromiso de Pablo con unas clases de música para cumplir un proyecto
largamente deseado. Después tendría lugar un segundo encuentro concertado por
teléfono, en el que no falto el socorrido café y las explicaciones de uno y
otro sobre lo sucedido durante los años trascurridos.
M. Ezquerra nos hablará de su amiga Marcé, partiendo de una
llamada telefónica para contarle con excitación el nacimiento de un bisnieto
que, como suelen ser todos, era especial. Nos recuerda que ambas amigas son
viudas, participan en una asociación llamada:“Los Amigos de la Canción” y nos
resalta algunas cualidades y maneras de ser de su amiga con la que comparte
tiempo y aficiones.
Juan Pallares escribirá a un amigo, empezando por recordarle lo
sucedido un domingo de 1.972, cuando no acudió a la cita habitual del Grupo, al
que pertenecían ambos, en la plaza de Cataluña, siendo reemplazado por su padre
y hermano y de, como les informaron que posiblemente estaría detenido en la
comisaría de Vía Layetana. Le hablaba de otro domingo frente la prisión de la
Trinidad, viendo como derribaban sus muros, con la emotividad que la destrucción de un
símbolo de la represión producía, por lo
que decidió escribir un artículo para guardarlo para él, pero la intervención
del amigo Ignacio que acompañaba a Jordi al “Ganivet”, del cual ocupaba un
cargo importante, hicieron posible su encuentro con José María Palomas
Santamaría, uno de los más destacados activistas, que había pasado siete años
en prisión y uno de los últimos en salir por la amnistía y que terminaría formando
parte en las listas de las primeras elecciones generales después de la muerte
de Franco. En el encuentro que se
produjo en una sala privada de restaurante hablaron de cosas relacionadas con
su militancia clandestina, aunque discrepando en que si se repitieran las
circunstancias, Palomas no tornaría ha hacer lo mismo y Juan seguía creyendo
que había valido la pena hacerlo y volverlo hacer.
María-Rosa escribe a Conrad, del que quisiera estar olvidada,
sobre todo desde que le explicó que era el amante de Pilar y que, gracias a él
no se rompía el matrimonio de ella. Pero siguió con su monólogo diciendo lo que
le sugería su situación y sus recuerdos sin valorar siquiera si sus palabras
llegarían a su destino. Hasta recordaba que ser amigos de la infancia no
obligaba a mantener contactos ni daba derecho a informarse mutuamente. Aunque
dicho eso, le sugirió que tal vez habría pensado sobre la suerte de Toni, amigo
de la adolescencia. Aprovechando aquella posibilidad para escribir cuanto
quería decir, hablando de su embarazo, de su boda, del cáncer de Toni, sin
olvidar las continuas entradas y salidas de éste en el hospital.
Finalmente se despide de Conrad, con las palabras obligadas de
esperanza en que siga vivo y goce de buena salud y satisfecho de la vida que
lleva.
Rosa María Teixidor nos habla de una noche que no podía dormir, lo
que le permitió hacer un recorrido por su vida y encontrar sus recuerdos y
todos ellos querían ser los primeros en hablar...Pero pudo poner un poco de
orden y comenzar por los más pequeños.
Tenías cinco o seis años, era a Francia, los padres, los hermanos,
el Jordi, el Mimi, el Ramón y la Neni que era ella.
¡Cuantos recuerdos almacenará en su cabeza! Si nos lo hubiera de
contar seguro que no acabaría nunca. Esos recuerdos son vivencias que nadie
podría entender tanto como ella. Son parte de una vida, y la vida es lo mejor
que nos ha sucedido a cada uno.
Isabel nos recuerda cuando después de unas fiestas de Navidad se
encontraba frente a un enorme tazón de leche con cacao y pan, antes de volver a
la escuela. También nos habla de unas trenzas que su madre le hacía en el pelo
contra su deseo. Y tiene aun presente el alboroto que se produjo en la entrada
del colegio, contándose unas a otras, los regalos que les habían traído los
Reyes. No olvida a sus amigas Beatriz y Pilar y le encantaría conservar aquel
plumier de madera que le regalaron sus compañeras cuando sólo tenía ocho años.
Juana nos habla de los malos recuerdos de la posguerra española y
las secuelas desgarradoras que había dejado en tantas y tantas personas, situaciones
que veía por todas partes. Son cosas que deberíamos olvidar porque nos siguen
haciendo daño, pero están ahí y nos acompañarán para siempre. Mi modesta
recomendación es que trates de recordar aquellos otros momentos agradables que te
han sucedido después y pienses que hemos tenido y aun conservamos una vida que
es lo más maravilloso que puede suceder.
José Repiso nos habla de buenos recuerdos viviendo entre pobreza y
carencias de toda índole, de sus cinco hermanos, de su padre que lo recuerda
como un buen hombre y de su madre, luchadora donde las hubiera, de las monjitas
de Asturias, del maestro de su pueblo, D. José, que no sólo enseñaba sino que
les daba también la merienda. Recuerda Andalucía y tiene gran facilidad para
escribir versos como:
Bonita
eres Andalucía,
bonitos
son tus cantares,
fandanguillos,
martinetes,
soleares
y
dejo muchos cantares.
Celia nos habla de una señorita que encontraba en sus paseos, la
que atendía parte de sus deseos, escuchándole y dándole cosas que ella no se
atrevía a pedir.
Y yo les hablé de un amigo de la niñez que lo encontré en Sitges,
sin pelo en la cabeza, aunque acompañado por esposa e hijos. Allí pude
averiguar que la distancia y el tiempo nos había hecho diferentes y en esa
situación una conversación prolongada terminaría haciéndose incómoda.
Mi
agradecimiento y estimación a todos.
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