lunes, enero 05, 2015

LA INCOSCIENCIA NOS PUEDE PERJUDICAR


 

LA INCOSCIENCIA

Si a cualquiera de nosotros nos llamaran inconsciente, seguramente nos molestaría, pero si estudiáramos el hecho con un mínimo de atención podríamos convenir que la palabra inconsciente es la más adecuada a nuestra manara de vivir y pensar ya que, según estudios científicos, más del 95% de las cosas que hacemos se desarrollan de forma inconsciente; por un sistema automático que nos permite ir atendiendo necesidades sin tener que fijar la atención en lo que estamos haciendo. Es algo que nuestro cerebro ha grabado y convertido en programación a realizar con el mínimo de atención y desgaste de energía.

Esa forma automatizada de actuar permite atender una serie de necesidades personales, de trabajo o atención a los demás con el mínimo desgaste de energía, aunque sería bueno aumentar ese raquítico 5% de cosas que hacemos aplicando el consciente para ser más dueños de nuestra vida y responsables de lo que decimos y hacemos.

De este modo la atención consciente nos permitiría disfrutar más de las cosas buenas como: aquella comida que nos gusta, las cosas bellas que entran por nuestros ojos y los sonidos agradable que perciben nuestros oídos y, sobre todo, para liberarnos de los hábitos perjudiciales que se han esquematizado en nuestro yo particular y gobiernan las acciones de un presente doblegando nuestra voluntad.

Pongamos un ejemplo: el Jueves Santo que, como cristianos practicantes hemos de asistir a la misa conmemorativa de la Cena del Señor con sus apóstoles, pero al mismo tiempo somos seguidores, del Fútbol Club Barcelona unos y del Real Madrid otros, y se celebra un partido decisivo entre ambas secciones de baloncesto y, aquí entra aquello que llamaba Krisnarmurti la frazmentación. Queremos prestar atención a ambos acontecimientos, aunque decidimos asistir a la Iglesia que es más importante para nosotros, aunque por nuestro cerebro revolotean jugadas de balón que interfieren en lo que vivimos sobre Jesucristo y su amor hacia todos los hombres.

Nosotros tratamos de desterrar los pensamientos perturbadores y casi lo conseguimos, aunque perdura cierta emoción por saber cual de los dos, Madrid o Barca, ha ganado el partido y en aquel momento logras elevarte y ver desde cierta altura como unos aficionados están alegres y hasta eufóricos y otros están tristes porque después de tantos balones encestados en una y otra canasta, sólo vale el tiro final de uno de los jugadores que deshizo el empate y produjo alegría en unos y tristeza en otros. No sabemos cual equipo se ha llevado la victoria lo que mantiene una tensión que podría ser alegre o triste si hubiéramos consultado el resultado.

La situación continúa, pero utilizando la atención consciente  podríamos haber delegado la capacidad de manejar nuestro estado de ánimo a un balón que entra en una de las dos canastas o pasa rozando el aro por la parte exterior de una de ellas.

Y ello se produce porque se había instalado en nosotros el hábito de pertenencia a uno de los grupos y deseamos que el nuestro gane siempre.

Igualmente que en el fútbol, baloncesto u otros deportes se han acomodado en nosotros una serie de hábitos perjudiciales que nos llevan a contraer emociones perturbadoras, hasta que un día decidimos aplicarle el reflector de la atención consciente y hacerles frente con la fuerza de voluntad, para posteriormente sustituirlos por hábitos saludables y placenteros que nos aporten bien y serenidad.

No será una tarea fácil liberarnos de tantos hábitos y rutinas engañosas que manejan nuestras vidas, pero si fortalecemos nuestra voluntad y decidimos hacerles frente podríamos ser liberados.

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