viernes, diciembre 09, 2011

LA SALAMANDRA HAMBRIENTA

Un anochecer de verano el señor Gutiérrez salio a la terraza de su domicilio con la intención de encender la luz, estirarse sobre una de las hamacas y esperar la llegada de su amiga la salamandra, como había sucedido otras noches.
Su sorpresa fue verla en su lugar de observación, aparentemente dormida, aunque con los ojos abiertos y los músculos en posición de ataque. Postura que no modificaría con la aparición de la luz.¿Cual sería la causa para que la metódica salamandra hubiera salido del escondrijo diurno antes de la hora habitual?La respuesta nos la ofrecía ella misma con el fallido intento por atrapar el primer insecto que llegaba, atraído por la luminosidad de la lámpara. Debería tener mucha hambre.¿Y que sucede cuando existe la acuciante necesidad de conseguir una cosa?Pues que casi nunca se consigue.
Lo que sucedió.1º Que el cosquilleo que debía tener en su estómago le había impedido esperar hasta la hora oportuna para salir, o sea cuado la lámpara estuviera encendida.2º Que la obsesión por meter algo a un estómago que le pedía con insistencia la hizo lanzarse sobre la primera presa sin respetar los tiempos que toda acción requiere:A saber: observación, paciencia, acercamiento sigiloso, espera a que la propia presa se acerque y ataque a la distancia adecuada y por sorpresa.
Ante el fracaso de que la mariposilla voladora se hubiera escapado por donde había llegado, la hambrienta salamandra se retiró junto al cable de la antena, cerca del techo y allí permaneció el tiempo necesario y para meditar sobre lo sucedido y conseguir el dominio de la cabeza sobre el estómago para actual según la norma que tantos éxitos le había proporcionado.
Sólo unos minutos después volvió junto a la lámpara y se quedó tan inmóvil que más bien parecía una rugosidad de la propia pared que un ser viviente. No hacía movimiento alguno, esperaba y esperaba hasta que una mariposa se llegó a poner delante de su propia boca lo cual no podía despreciar. Había tomado la primera ración, poco para cuanto necesitaba, pero actuando así llegarían las presas le seguía pidiendo su estómago.
Por suerte para ella llegaron hormigas voladoras y mariposas en tal cantidad que hasta el paciente observador le cansaba el atracón de su amiga, por lo que decidió adentrarse al interior de la vivienda, meterse en la cama y dar rienda suelta a los recuerdos sobre aquellos hechos que las urgencias, impaciencias y falta de actuación sensata le habían proporcionado fracasos y decepciones.

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