lunes, febrero 09, 2015

MARGARITA Y SUS PAJARILLOS (Cuento de Tomás Martín Cifuentes)


 











MARGARITA Y SUS PAJARILLOS

En un pueblo muy olvidado, los niños tenían la costumbre de  buscar nidos.
Un día de junio, Margarita y Manolito, salieron  a buscar nidos por arbolados distintos.
Margarita    empezó por visitar sus tres nidos: Uno de ellos tenía huevos, otro estaban encubando y en el otro  había pajarillos.  
  Manolito  había visto todos sus nidos y, como no encontraba ninguno más, volvió al pueblo.  Pero Margarita seguía buscando sin darse cuenta que se estaba alejando demasiado.
Sus padres, cuando llegaba la hora de la cena y aun no había regresado,  fueron a la casa de Manolito para preguntarle, pero Manolito les dijo que ella se había ido por otro camino y no la volvió a ver.
Los padres de Margarita, muy preocupados, acudieron a la Iglesia para que el campanero repicara las  campanas pidiendo ayuda a los vecinos.
Todo el pueblo salió a la plaza y enterados que Margarita no había regresado, salieron a buscarla  con faroles y linternas.
Pero unas horas después volvieron sin haber encontrado a Margarita y la preocupación aumentaba en todos y más en los padres que no paraban de lamentarse.
  Al día siguiente llegó al pueblo un hombre vestido de harapos  diciendo que había oído llantos en el bosque.
Los vecinos salieron de nuevo a buscar a Margarita y, cuando se adentraron en el monte del pueblo de al lado, escucharon los llantos de que había hablado el hombre de los harapos y aquello fue la pista para encontrarla atrapada en una trampa para  cazar zorros.  
Margarita había llorado tanto, en aquel foso, que tenía empapado de lágrimas todo el vestido y los calcetines. Pero sólo tenía un golpe en la cabeza de la caída en la trampa y el cansancio de toda una noche y parte del día llorando y llorando.
Después que la sacaron de la trampa regresó al pueblo con sus padres que se pusieron muy contentos por haberla encontrado.
Recordando lo que había pasado  a ninguno de los niños les permitían ir al monte hasta que un día Margarita y otros niños y niñas fueron a ver sus nidos acompañados por sus padres. Los padres de Margarita al ver los pajarillos tan bonitos cogieron dos de ellos y los metieron  una jaula.
Las pajarillos se pusieron tan tristes que no comían nada de lo que los padres de Margarita les ponían y sólo pensaban en sus hermanitos y sus  padres.
Pasaban los días y los pajarillos se estaban quedando muy delgados por no comer, pero un gorrión que los veía tan tristes emprendió el vuelo hasta el monte donde los padres tenían sus nidos. Y volando y volando no tardó en llegar a donde estaban los padres de los pajarillos lamentándose porque habían desaparecido sus hijitos.
El gorrión les contó donde estaban sus hijos encerrados, muy tristes y sin comer. Los padres se llenaron el pico de saltamontes y emprendieron el vuelo junto al gorrión. Y en poco tiempo estaban dando de comer a sus hijitos.
A partir de aquel día todas las mañanas, los padres, volaban hasta el pueblo con comida para sus pequeños que crecían y crecían, aunque seguían muy  tristes por no poder salir de aquella cárcel.
Margarita  se sentía también triste, recordando que por su culpa, sus pajarillos estaban encerrados.
Los días pasaban con la rutina de los pájaros trayendo comida a sus hijos y Margarita triste por lo que estaba sucediendo.
Una noche, que no podía dormir pensando en sus pajarillos, decidió levantarse para liberarlos pero  cuando estaba a punto  de hacerlo se presentó su padre gritando a Margarita por haberse levantado aquella hora de la noche y por querer abrir la jaula de los pájaros.
A partir de aquel día Margarita dejó que  comer y por las noches no podía dormir.
Su padre se puso duro con ella, pero la decisión de Margarita era que estaba dispuesta a morir por salvar a los pajarillos.
Pasaron diez día sin que margarita probara bocado y se estaba quedando muy flaca.
La maestra vino a ver por qué llevaba tantos días sin aparecer por la escuela y los padres le dijeron que Margarita estaba pasando un tiempo en casa de una prima suya.
La maestra contó a las demás niñas lo que le habían dichos los padres de Margarita, pero algunos de ellos no se lo creyeron.
Y al final del colegio, Carmelita, una de las   amigas de Margarita rondaba la casa y tubo la suerte de ver a Margarita la por la ventana llorando y avisó a la maestra que volvió diciendo que tenía que hablar con Margarita aquella tarde.
El padre de Margarita viendo que su hija podía morir por no comer y que la maestra podría denunciarlo, prometió que el día siguiente, soltaría a los pájaros.
A pesar de la promesa de su padre Margarita siguió sin comer hasta que los pajarillos fueron liberados y se despidió de ellos  con tanta alegría como los sus amigos que marcharon volando y cantando.     

 

     

 

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