jueves, mayo 14, 2015

CARTA AL D. JOSÉ BONO (Cuando era Presidente del Congreso de Diputados)

Señor D. José Bono. Presidente del Congreso de los Diputados.
Calle Floridablanca s/n
CP 28071 Madrid
Distinguido señor:
Me dirijo a usted, viendo una España donde el tira y tira de las autonomías por llevarse mayor trozo de la tarta de los recursos del Estado, hace muy difícil el acuerdo sobre financiación. Y mientras eso ocurre, el Gobierno parchea las consecuencias de la crisis económica como mejor sabe. Y se empeña en modificar la ley del aborto para dar más cobertura legal a los profesionales que intervienen en el cada día mayor número de casos que se practican, y no siempre ajustados a legalidad.
Un problema, el del aborto, que impide que nazcan en España las niñas y los niños que serían necesarios para mantener las proporciones adecuadas entre pequeños, jóvenes, adolescentes y mayores.
Desde mi óptica de sexto hijo de una familia que me siento afortunado, alegre y feliz, a pesar de haber nacido unos meses antes del comienzo de la “Guerra Civil” que impuso privaciones añadidas a las propias de un País lleno de pobreza.
Mi niñez y adolescencia trascurrió con normalidad y con la suerte de tener cinco hermanos (algunos veinte años mayor que yo) que me querían, ayudaban, protegían y enseñaban.
Así pasaban los años, en una España donde se sucedían los Gobiernos de Franco, hasta que su muerte abriría un proceso de“Transición a la Democracia”en la que todas las tendencias políticas hubieron de renunciar a algunos de sus planteamientos y aceptar cosas de los otros para llegar a un acuerdo que plasmar en una “Constitución” en la que se admitían las reivindicaciones autonómicas de Cataluña y de lo que entonces se llamaba Las Vascongadas, a condición de que las demás regiones pudieran acogerse a sistemas parecidos si lo deseaban.
A partir de aquellos años, entre los Pujol, Arzallus, Fraga, González, Suarez, Alfonso Guerra, Rodríguez Ibarra, etc, se distinguía usted, señor Bono, como político humanista, moderado, y conciliador.
A tenor de su forma de actual, puede pensarse que sus sentimientos podrían acercarse a los del personaje manchego de don Quijote, en el sentido de proteger a los desamparados, corregir las injusticias, ayudar a los débiles y plantar cara a los malvados. Aunque sabiendo quienes eran los salteadores de caminos y sin confundir a los molinos con gigantes.
Después de su exitosa etapa como presidente de la Comunidad Castellano-Manchega, su trayectoria política se debate entre “lo que pudo haber sido y no fue” en aquella ajustada votación con su compañero de partido, José Luis Rodríguez Zapatero, que determinó que el devenir de España y de muchísimos españoles fuera diferente. Y que yo pienso habría sido mejor con usted de Presidente.
Bien es verdad que fue nombrado Ministro del Ejército, pero ese ministerio no es propicio para influir en la política. Por lo que más bien parece una acción para impedir, por parte de usted, una intervención activa en la política con Mayúscula y una forma de protegerse de un adversario.
Pasado el tiempo, y fuera del ministerio, supongo que vería con mayor claridad la estrategia del Presidente para situar, a quienes diferían de su particular forma de hacer las cosas, en lugares preferentes pero con nulas posibilidades de interferir en su forma de gobernar. Así se hizo también con Paco Vázquez, enviándole al Vaticano.
Siguiendo la línea prefijada, después del intento de que usted participara en unas complicadas elecciones al hueso duro de Madrid, fue premiado con uno de los cargos más altos del organigrama político de España, pero tampoco se puede olvidar que ser Presidente del Congreso de los Diputados obliga a ser árbitro imparcial e impide proponer y defender las ideas políticas propias.
Yo creo que habría sido mejor para España que usted hubiese actuado como lo hizo Alfonso Guerra, en su relación con Felipe González. Organizándose y agrupándose con los que pensaban como usted y le apoyaban.
De todos modos tengo que reconocer que usted tiene un enorme valor al militar en un partido que se muestra condescendiente con acciones como el aborto que, en la práctica equivale a la eliminación de seres inocentes e indefensos, siendo creyente cristiano como ha reconocido públicamente.
A mi me parece que en España se otorga toda clase de derechos a las personas incluidos los niños, no faltaría más. Pero no entiendo que no sea el mismo delito quitar la vida a un bebé, o habérsela quitado antes de nacer.
Ahora la ministra de igualdad va a presentar una nueva ley permisiva sobre el aborto, justificándola en las conclusiones de una comisión de expertos: Expertos en qué? En eliminar seres inocentes? Y porqué no se dice nada sobre la posibilidad de adopción de esas criaturas? Siempre sería mejor la adopción que deshacerse de ellas.
Estando de acuerdo en que se hace información sobre la prevención de los embarazos no deseados, aunque se olvida que la abstención es una forma de prevención y que la espera hace mayor el disfrute de las cosas, se hecha en falta una política de apoyo y ayudas a las embarazadas en dificultades, para que puedan seguir adelante con sus embarazos y traer al mundo unas criaturas que deberían tener asegurado el derecho de nacer.
Piénsese por un momento que se pudiera pedir opinión a un embrión o un feto sobre su eliminación ¿Qué dirían?
También usted puede decir ahora: ¿Para qué me cuenta a mí todo esto?
Pues sencillamente, porque aun sigo confiando en sus sentimientos nobles para decir que el aborto es un mal que destruye vidas humanas y causa daño psíquico y moral a las propias madres que pasan por ello. Y toda criatura debería disponer de la oportunidad de nacer, como la tuvimos nosotros y, por lo que yo me siento muy dichoso. Y pienso que usted también lo estará.
Es curioso e inaceptable que unas personas a las que se les permitió nacer, sean tan osados para convertirse en comisión de expertos sobre la vida o la muerte de criaturas inocentes. Y los diputados que también tuvieron el privilegio de nacer puedan legislar allanando el camino para que se impida el nacimiento de los bebés del futuro.
Reciba un afectuoso saludo de: Tomás Martín Cifuentes.
Barcelona a, 10 de marzo de 2009.

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