domingo, mayo 17, 2015

CARTAS A LOS REYES DE ESPAÑA (D. Felipe, D. Juan Carlos y Doña Sofía)




3ª.
SU MAJESTAD D. FELIPE VI, REY DE ESPAÑA
Casa de los Reyes. Palacio de La Zarzuela (Madrid)

ESTIMADA MAJESTAD:
Desde que era pequeño lo he mirado  con afecto y simpatía, por sus modales correctos, siendo consecuente con las obligaciones que lleva consigo pertenecer a la Familia Real.
Durante el largo tiempo de su preparación, como Heredero de La Corona, mantuvo un comportamiento ejemplar y, aunque los rumores sobre las  posibles consortes del entonces Príncipe Felipe y por consiguiente aspirantes a Reina de España, no  acababan de convencer y tampoco, del todo, cuando eligió a Su Majestad Doña  Letizia.
El caso fue, por suerte para todos, que  Su Majestad acertó de todas, todas. Por lo cual les felicito a Sus Majestades.
No era nada fácil reemplazar a, Su Majestad, la Reina Doña Sofía. Querida y respetada como mujer, como madre y como Reina. Pero hete aquí que, como en los mejores cuentos. Su Majestad, la Reina Letizia, se ha convertido en la Reina que  ni en sueños hubiéramos podido desear. Y aquí me quedo porque si me pongo a escribir sobre los aciertos en  Su Reinado y  las cualidades, de Su Majestad, se necesitarían muchas hojas de papel.
Así que volviendo a Su Majestad, D. Felipe VI, me es agradable poder decir que está superando con creces las  expectativas puestas en  Su Reinado.
Porque, desde que Su Majestad, se hizo cargo de la Jefatura del Estado, no se ha podido encontrar ni una sola decisión que no fuera acertada y, contrariamente a lo sucedido en los últimos años del  Reinado de su Predecesor, Su Majestad D. Juan Carlos I, recibe muchas alabanzas. Mi felicitación por ello y por el comportamiento de todos los miembros de  La Casa Real.
¿Esto quiere decir que en adelante pueden comportase de cualquier manera? Rotundamente no.
Muchos  ciudadanos siguen indignados y cargados de razones para criticar cualquier cosa que no se acomode a las normas, de una Ética-Moral razonable, en los cargos  Públicos de  responsabilidad, incluyendo al Jefe del Estado.
Y aunque no dudo   que, Su Majestad, seguirá siendo  buen  ejemplo para cuantos ocupan altos cargos del Estado, también espero que las decisiones de Su Majestad  contribuyan a que los comportamientos corruptos desaparezcan de nuestra Patria.
Sepa que la decisión de rebajar el presupuesto de la Casa Real, en las circunstancias de tanto paro y pobreza, ha sido un acierto aplaudido por el pueblo.
No olvide que existen muchas personas, en España, que viven situaciones difíciles y, aunque no está en sus manos solucionar todos los problemas, desde la Jefatura del Estado se puede y debe hacer algo para que esos males sean menos y sus efectos se alivien.  
Son muchos los ciudadanos que critican los comportamientos corruptos y antisociales de ciertos dirigentes y ello, unido a quienes las cosas le van mal, los jóvenes indignados y tantos otros que, aunque su situación económica es buena, piensan que, en España, no deberían haber tantas personas viviendo en la  pobreza.
Yo se que, Su Majestad, no puede ni le corresponde solucionar estas situaciones, pero sí puede comentar con el presidente del Gobierno y otros dirigentes políticos y empresarios que esas situaciones, además de injustas, no son buenas para la convivencia y un futuro sosegado y en paz. Porque una sociedad que llega a creer que la minoría poderosa se queda con  unos bienes que deberían ser mejor distribuidos, se  convierte en peligrosa con sus rebeldías y sus votos.  
 Deseando acierto en las decisiones de Su Majestad. Reciba un afectuoso saludo de Tomás Martín Cifuentes.  
 
 
2ª.
SUMAJESTADELREYD.JUAN CARLOS I                                                                               asa Casa de sus Majestades  los Reyes
Palacio de la Zarzuela.  Madrid (España)   
ESTIMADA MAJESTAD:
Desde los años en que se preparaba para asumir la corona de España su talante me resultó  agradable y cercano.
Posteriormente cuando inició el recorrido por sus ciudades y pueblos junto a ala futura Reina, S. A. Doña Sofía, por entonces, desencadenó  entusiasmo y esperanza.
La trayectoria de S. M. como Rey de España, ha sido reconocida y valorada muy positivamente por los ciudadanos, exceptuando algún extremista radical que siempre los hay.
No se olvida la actitud de Su Majestad en momentos difíciles como el 20 M, u otros momentos menos graves.
Tampoco se olvida la contribución de Su Majestad a la consolidación de la Democracia y a la mejora de la imagen de España en el exterior.
El talante moderado de Su Majestad y el encanto y la grandeza de espíritu de S. M.  La Reina Doña Sofía, a la que tengo una especial devoción, contribuye durante su Reinado al entendimiento y progreso entre los españoles. 
Por todo ello le muestro mi agradecimiento y respeto.
Y en estos momentos, donde la crisis económica y también la pérdida de valores esenciales, presenta parte de la cara amarga y su dureza, Su Majestad ha de resurgir como un faro de unión y esperanza   que vuelva a sembrar confianza en España y sus Instituciones.
A esas instituciones y quienes las representan ha de pedirles: profesionalidad, lealtad, rigor, honestidad y ejemplo a la hora de repartir los sacrificios que la situación obliga a realizar. 
Las personas que se les piden sacrificios serán más sensibles a aceptarlos, si al mirar hacia adelante divisan a los que se los piden marchando en los primeros puestos.
Y Su Majestad, Rey de España,  que ya estará pensando   en lo que decir a los españoles el las fiestas que se avecinan, ha de tener un gesto que fortalezca las palabras contribuyendo también dentro, de lo razonable y posible a la disminución de gastos en lo que a La Casa Real se refiere. Y también decírselos a los españoles, junto a otras peticiones de solidaridad y de renuncia a algo en bien de los demás.
Para reforzar lo que acabo de decir: Vuelva la mirada hacia aquellos reyes que capitaneaban a sus tropas en las batallas. Las que les seguían hasta la muerte.
Reciba Su Majestad un afectuoso saludo y el deseo que su Reinado continúe  imitando los caminos recorridos y mirando hacia adelante. Porque cada nuevo día se abre la parte del trayecto que queda por recorrer. 
No olvide que las personas suelen ser comprensivas ante los contratiempos y se fortalecen viendo en primera línea a quienes les dicen: Vamos.
Barcelona a, 12 de diciembre de 2011
      Tomás Martí Cifuentes.
P. D.
Después de escrita esta carta he escuchado en el programa 24 horas de televisión que la Casa Real ha emitido un comunicado sobre ciertas cosas relacionadas con los gastos y la no  representatividad de algunos de sus miembros en actos oficiales.
De todos  modos mi carta no habla de eso, aunque esté bien que se haga. Pero la ciudadanía, y sobre todo los jóvenes, verían con buenos ojos unos recortes de sus gastos en cifras concretas.
 
1ª.
SU MAJESTAD LA REINA DOÑA SOFÍA
Casa de sus Majestades los Reyes.
Palacio de la Zarzuela. Madrid (España) 
Estimada Majestad, Doña Sofía:
Desde sus primeras visitas a poblaciones y ciudades de España, acompañando al Príncipe, en las que se les recibía con simpatía, aplausos, esperanzas, y peticiones, fue para mí una persona admirada. Y después, como Reina, cuando seguía de acompañante callada, aunque el Rey no dejaba de repetir: “La Reina y Yo”, queriendo decir que sus palabras eran compartidas por Su Majestad.
En aquellos momentos podía pensarse que teníamos una Reina que paseaba su elegancia, presencia y portes exquisitos, junto a un Rey que sentía la necesidad de trasmitir esperanza a todos y en especial a cuantos habían soportado la prohibición de manifestar sus ideas políticas. Evitando reacciones adversas de: Militares, Gobernantes, Banqueros, ect.
Ya con España estabilizada y las libertades restablecidas, Su Majestad siguió demostrando su delicadeza, tacto y buenos modales; asumiendo su papel de Reina sin la sombra del Monarca.
Y ahora que recibe críticas por algunas de sus opiniones, en el libro “La Reina Muy de Cerca”. Puede decirse que, en éste caso, ha funcionado el dicho “no hay mal que por bien no venga”. Porque ello incidirá en una mayor venta de ejemplares y la seguridad de que muchas personas podamos conocer más a nuestra Reina.
Yo particularmente, con la lectura del libro he podido saber que es inteligente, honorable, de convicciones profundas, respetuosa con todos, amiga de sus amigos, y trasmisora de serenidad. Todo ello, junto a un trato agradable y mucha discreción, le ha permitido conseguir y mantener buena relación con personas Importantes e Influyentes en los “Asuntos Mundiales” para bien de España.
Describe el libro la tendencia, de Su Majestad, a ver la parte buena de las personas y poseer habilidad para describirlas, lo que, junto a la sencillez y predisposición ha hacer cosas por los demás, ha propiciado que la admiración inicial se haya convertido en estimación.
Los cristianos tenemos por bandera a Jesucristo, cuyas enseñanzas son fuente de serenidad y felicidad; con la comprensión debida hacia los demás, sin excluir a quienes nos hacen o nos desean el mal. Aunque el mal en sí, no podemos aprobarlo.
Sabiendo que “el Reino de Díos no es de este Mundo” aunque también está en Él, los cristianos hemos de ser solidarios y amables con todos, pero no debemos esconder nuestras creencias, ni tener miedo a desvelarlas cuando el momento lo requiera, como ha hecho, Su Majestad, aunque ello pueda acarrearle críticas de algunos que, como escribió D. Miguel de Unamunu, en “El Sentimiento Trágico de la Vida”, “no tienen suficiente con no creer, sino que les molesta que otros creamos”.
También felicito a “Su Majestad” por dejar clara su opinión contraria al aborto, porque atentar contra la vida del más indefenso por muy aprobado que esté por leyes humanas y un mal entendido respeto a las decisiones de las madres. Es, en mi opinión, uno de los mayores crímenes que existen.
Pongamos un ejemplo: pensemos que a una mujer se le ocurre quitarle la vida a su hijo, o hija, que acaba de nacer; hecho que todas las personas, o la inmensa mayoría de ellas, estarán de acuerdo en que deberá ser sancionado. Pues bien, a esa misma criatura que se defiende como es debido, pretenden hacernos creer que cuando estaba en el vientre de su madre no tenía ningunos derechos y ésta hubiera podido ordenar que le quitaran la vida con toda impunidad. Yo no estoy conforme con ello y me parece un disparate.
Las personas debemos ser prudentes y no crear conflictos con nuestras declaraciones, pero si por dar nuestra opinión hemos de recibir críticas o algo más que eso, habremos de aceptarlo. Aunque las críticas, a Su Majestad, no le desviarán de su camino, como tampoco lo hacen las alabanzas. Porque vive el presente con la normalidad del que está preparado para afrontar cualquiera de los otros posibles supuestos que pudieran haberse producido.
Reciba la admiración, la estimación y el respeto de Tomás Martín Cifuentes.
Barcelona a, 5 de diciembre de 2008


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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