3ª.
SU MAJESTAD D. FELIPE VI, REY DE ESPAÑA
Casa de los Reyes. Palacio de La Zarzuela (Madrid)
ESTIMADA MAJESTAD:
Desde que era pequeño lo he mirado con afecto y simpatía, por sus modales correctos, siendo consecuente con las obligaciones que lleva consigo pertenecer a la Familia Real.
Durante el largo tiempo de su preparación, como Heredero de La
Corona, mantuvo un comportamiento ejemplar y, aunque los rumores sobre las posibles consortes del entonces Príncipe
Felipe y por consiguiente aspirantes a Reina de España, no acababan de convencer y tampoco, del todo,
cuando eligió a Su Majestad Doña
Letizia.
El caso fue, por suerte para todos, que Su Majestad acertó de todas, todas. Por lo
cual les felicito a Sus Majestades.
No era nada fácil reemplazar a, Su Majestad, la Reina Doña
Sofía. Querida y respetada como mujer, como madre y como Reina. Pero hete aquí
que, como en los mejores cuentos. Su Majestad, la Reina Letizia, se ha
convertido en la Reina que ni en sueños
hubiéramos podido desear. Y aquí me quedo porque si me pongo a escribir sobre
los aciertos en Su Reinado y las cualidades, de Su Majestad, se
necesitarían muchas hojas de papel.
Así que volviendo a Su Majestad, D. Felipe VI, me es agradable
poder decir que está superando con creces las expectativas puestas en Su Reinado.
Porque, desde que Su Majestad, se hizo cargo de la Jefatura
del Estado, no se ha podido encontrar ni una sola decisión que no fuera
acertada y, contrariamente a lo sucedido en los últimos años del Reinado de su Predecesor, Su Majestad D. Juan
Carlos I, recibe muchas alabanzas. Mi
felicitación por ello y por el comportamiento de todos los miembros de La Casa Real.
¿Esto quiere decir que en adelante pueden comportase de
cualquier manera? Rotundamente no.
Muchos ciudadanos
siguen indignados y cargados de razones para criticar cualquier cosa que no se
acomode a las normas, de una Ética-Moral razonable, en los cargos Públicos de
responsabilidad, incluyendo al Jefe del Estado.
Y aunque no dudo que,
Su Majestad, seguirá siendo buen ejemplo para cuantos ocupan altos cargos del
Estado, también espero que las decisiones de Su Majestad contribuyan a que los comportamientos
corruptos desaparezcan de nuestra Patria.
Sepa que la decisión de rebajar el presupuesto de la Casa
Real, en las circunstancias de tanto paro y pobreza, ha sido un acierto
aplaudido por el pueblo.
No olvide que existen muchas personas, en España, que viven
situaciones difíciles y, aunque no está en sus manos solucionar todos los
problemas, desde la Jefatura del Estado se puede y debe hacer algo para que
esos males sean menos y sus efectos se alivien.
Son muchos los ciudadanos que critican los comportamientos
corruptos y antisociales de ciertos dirigentes y ello, unido a quienes las
cosas le van mal, los jóvenes indignados y tantos otros que, aunque su
situación económica es buena, piensan que, en España, no deberían haber tantas
personas viviendo en la pobreza.
Yo se que, Su Majestad, no puede ni le corresponde solucionar
estas situaciones, pero sí puede comentar con el presidente del Gobierno y
otros dirigentes políticos y empresarios que esas situaciones, además de
injustas, no son buenas para la convivencia y un futuro sosegado y en paz.
Porque una sociedad que llega a creer que la minoría poderosa se queda con unos bienes que deberían ser mejor
distribuidos, se convierte en peligrosa
con sus rebeldías y sus votos.
Deseando acierto en las
decisiones de Su Majestad. Reciba un afectuoso saludo de Tomás Martín Cifuentes.
2ª.
SUMAJESTADELREYD.JUAN CARLOS I asa Casa de sus Majestades los Reyes
Palacio de la Zarzuela. Madrid (España)
ESTIMADA MAJESTAD:
Desde los años en que se preparaba
para asumir la corona de España su talante me resultó agradable y cercano.
Posteriormente cuando inició el
recorrido por sus ciudades y pueblos junto a ala futura Reina, S. A. Doña
Sofía, por entonces, desencadenó
entusiasmo y esperanza.
La trayectoria de S. M. como Rey
de España, ha sido reconocida y valorada muy positivamente por los ciudadanos,
exceptuando algún extremista radical que siempre los hay.
No se olvida la actitud de Su
Majestad en momentos difíciles como el 20
M , u otros momentos menos graves.
Tampoco se olvida la contribución
de Su Majestad a la consolidación de la Democracia y a la mejora de la imagen
de España en el exterior.
El talante moderado de Su Majestad
y el encanto y la grandeza de espíritu de S. M.
La Reina Doña Sofía, a la que tengo una especial devoción, contribuye
durante su Reinado al entendimiento y progreso entre los españoles.
Por todo ello le muestro mi
agradecimiento y respeto.
Y en estos momentos, donde la
crisis económica y también la pérdida de valores esenciales, presenta parte de la
cara amarga y su dureza, Su Majestad ha de resurgir como un faro de unión y
esperanza que vuelva a sembrar confianza
en España y sus Instituciones.
A esas instituciones y quienes las
representan ha de pedirles: profesionalidad, lealtad, rigor, honestidad y
ejemplo a la hora de repartir los sacrificios que la situación obliga a
realizar.
Las personas que se les piden
sacrificios serán más sensibles a aceptarlos, si al mirar hacia adelante
divisan a los que se los piden marchando en los primeros puestos.
Y Su Majestad, Rey de España, que ya estará pensando en lo que decir a los españoles el las
fiestas que se avecinan, ha de tener un gesto que fortalezca las palabras
contribuyendo también dentro, de lo razonable y posible a la disminución de
gastos en lo que a La Casa Real se refiere. Y también decírselos a los
españoles, junto a otras peticiones de solidaridad y de renuncia a algo en bien
de los demás.
Para reforzar lo que acabo de
decir: Vuelva la mirada hacia aquellos reyes que capitaneaban a sus tropas en
las batallas. Las que les seguían hasta la muerte.
Reciba Su Majestad un afectuoso
saludo y el deseo que su Reinado continúe
imitando los caminos recorridos y mirando hacia adelante. Porque cada
nuevo día se abre la parte del trayecto que queda por recorrer.
No olvide que las personas suelen
ser comprensivas ante los contratiempos y se fortalecen viendo en primera línea
a quienes les dicen: Vamos.
Barcelona a, 12 de diciembre de
2011
Tomás
Martí Cifuentes.
P. D.
Después de escrita esta carta he
escuchado en el programa 24 horas de televisión que la Casa Real ha emitido un
comunicado sobre ciertas cosas relacionadas con los gastos y la no representatividad de algunos de sus miembros
en actos oficiales.
De todos modos mi carta no habla de eso, aunque esté
bien que se haga. Pero la ciudadanía, y sobre todo los jóvenes, verían con
buenos ojos unos recortes de sus gastos en cifras concretas.
1ª.
SU
MAJESTAD LA REINA DOÑA SOFÍA
Casa
de sus Majestades los Reyes.
Palacio
de la Zarzuela. Madrid (España)
Estimada
Majestad, Doña Sofía:
Desde
sus primeras visitas a poblaciones y ciudades de España, acompañando al
Príncipe, en las que se les recibía con simpatía, aplausos, esperanzas, y
peticiones, fue para mí una persona admirada. Y después, como Reina, cuando
seguía de acompañante callada, aunque el Rey no dejaba de repetir: “La Reina y Yo”, queriendo decir que sus
palabras eran compartidas por Su Majestad.
En
aquellos momentos podía pensarse que teníamos una Reina que paseaba su
elegancia, presencia y portes exquisitos, junto a un Rey que sentía la
necesidad de trasmitir esperanza a todos y en especial a cuantos habían
soportado la prohibición de manifestar sus ideas políticas. Evitando reacciones
adversas de: Militares, Gobernantes, Banqueros, ect.
Ya
con España estabilizada y las libertades restablecidas, Su Majestad siguió
demostrando su delicadeza, tacto y buenos modales; asumiendo su papel de Reina
sin la sombra del Monarca.
Y
ahora que recibe críticas por algunas de sus opiniones, en el libro “La Reina Muy de Cerca”. Puede decirse
que, en éste caso, ha funcionado el dicho “no
hay mal que por bien no venga”. Porque ello incidirá en una mayor venta de
ejemplares y la seguridad de que muchas personas podamos conocer más a nuestra
Reina.
Yo
particularmente, con la lectura del libro he podido saber que es inteligente,
honorable, de convicciones profundas, respetuosa con todos, amiga de sus
amigos, y trasmisora de serenidad. Todo ello, junto a un trato agradable y
mucha discreción, le ha permitido conseguir y mantener buena relación con
personas Importantes e Influyentes en los “Asuntos
Mundiales” para bien de España.
Describe
el libro la tendencia, de Su Majestad, a ver la parte buena de las personas y
poseer habilidad para describirlas, lo que, junto a la sencillez y
predisposición ha hacer cosas por los demás, ha propiciado que la admiración
inicial se haya convertido en estimación.
Los
cristianos tenemos por bandera a Jesucristo, cuyas enseñanzas son fuente de
serenidad y felicidad; con la comprensión debida hacia los demás, sin excluir a
quienes nos hacen o nos desean el mal. Aunque el mal en sí, no podemos
aprobarlo.
Sabiendo
que “el Reino de Díos no es de este Mundo” aunque también está en Él, los
cristianos hemos de ser solidarios y amables con todos, pero no debemos
esconder nuestras creencias, ni tener miedo a desvelarlas cuando el momento lo
requiera, como ha hecho, Su Majestad, aunque ello pueda acarrearle críticas de
algunos que, como escribió D. Miguel de Unamunu, en “El Sentimiento Trágico de la Vida”, “no tienen suficiente con no creer, sino que les molesta que otros
creamos”.
También
felicito a “Su Majestad” por dejar clara su opinión contraria al aborto, porque atentar contra la vida del más indefenso
por muy aprobado que esté por leyes humanas y un mal entendido respeto a las
decisiones de las madres. Es, en mi opinión, uno de los mayores crímenes que
existen.
Pongamos
un ejemplo: pensemos que a una mujer se le ocurre quitarle la vida a su hijo, o
hija, que acaba de nacer; hecho que todas las personas, o la inmensa mayoría de
ellas, estarán de acuerdo en que deberá ser sancionado. Pues bien, a esa misma
criatura que se defiende como es debido, pretenden hacernos creer que cuando
estaba en el vientre de su madre no tenía ningunos derechos y ésta hubiera
podido ordenar que le quitaran la vida con toda impunidad. Yo no estoy conforme
con ello y me parece un disparate.
Las
personas debemos ser prudentes y no crear conflictos con nuestras
declaraciones, pero si por dar nuestra opinión hemos de recibir críticas o algo
más que eso, habremos de aceptarlo. Aunque las críticas, a Su Majestad, no le
desviarán de su camino, como tampoco lo hacen las alabanzas. Porque vive el
presente con la normalidad del que está preparado para afrontar cualquiera de
los otros posibles supuestos que pudieran haberse producido.
Reciba
la admiración, la estimación y el respeto de Tomás Martín Cifuentes.
Barcelona
a, 5 de diciembre de 2008
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