miércoles, marzo 03, 2010

EL PADRE, EL HIJO Y EL ASNO




Un hombre y su hijo menor habían de realizar un viaje llevando consigo un un borrico al que subió el pequeño.




Era un día en que la belleza del paisaje resaltada por lo amarillentos rayos del un día soleado y todo ello había generado o entre padre he hijo, un clima de optimismo y bienestar unos arrieros a los que les oyeron decir:




Fijaros como son los chicos de hoy. Mientras él va montado en el asno su pobre padre tiene que ir andando.




Los jóvenes de hoy son muy comodones - decían otros-




Padre he hijo, después de escuchar a los arrieros, decidieron que sería mejor que el chico se bajara del jumento y en su lugar se subiera el padre para así evitar las críticas de cuantos se cruzaran en su camino. Así lo hicieron pero poco tiempo después oían a otros decir. Vaya padre. Él montado en el borrico y el niño andando.




Con el fin de ahorrarse las críticas decidieron subirse los dos sobre el asno, cosa que hicieron al alejarse de los que hacían tales comentarios, en el intento de de evitar comentarios negativos sobre su forma de actual.




Se equivocaron al pensarlo, porque al cruzar el próximo pueblo escuchaban a los vecinos comentar desde sus balcones:




Veis lo mismos que nosotros.




Y tanto que si - respondían otros -. Dos personas sobre ese desgraciado burro. ¡Ya no hay respeto por los animales!




Donde vamos a llegar decían otros.




Entre tantas críticas adversas una señora se atrevió a sugerir:




En vez de ir los dos sobre el jumento, tendríais que llevarlo vosotros a él sobre vuestros hombros.




Una vez pasado el pueblo se bajaron del borrico y se sentaron sobre unas piedras al lado del camino atolondrados y sin saber que hacer y, aunque la recomendación de la señora les parecía descabellada, no encontrando una solución que pudiese satisfacer a todos, no descartaban realizarla si fuera posible.




Reanudaron el camino los dos a pié, uno delante y otro detrás del animal, el cual mostraba un aparente cansancio que les hacia pensar que quizás tendría razón la señora.




Al cabo de cierto tiempo, atormentados por las dudas que les habían causado tantos comentarios en contra, decidieron la difícil acción de ponerse el borrico sobre sus hombros para lo que comenzaron a inmovilizarlo sobre un palo con unas cuerdas. La fuerte resistencia del animal, que no entendía las maniobras de sus dueños, les jugó una mala pasada que terminó siendo perjudicial para ellos y su borrico. Así en el intento por ponérselo a los hombros y los esfuerzos del pobre asno por liberarse éste rodó por un despeñadero hasta el cauce de un río en el que se ahogó sin remedio.




Padre he hijo se quedaron muy tristes y desconsolados al comprobar el resultado tan catastrófico a que habían llegado por querer complacer a todos.