sábado, diciembre 15, 2012


EL VALOR DE LAS PERSONAS


 


El día 13 junio de 1.987 visitamos unos familiares que, en la urbanización “Can Prunera” de Vallirana tenían unas viviendas, construidas para descanso de los fines de semana, días festivos y, por supuesto, vacaciones.

La abundante información recibida al contemplar lo que este grupo familiar había realizado, me hizo pensar sobre la teoría de que el principal capital de las personas está en nosotros mismos: la inteligencia, que se nos es dada gratuitamente y el posterior desarrollo de la misma; La fuerza física y la voluntad que podemos ir fortaleciendo con constancia en el ejercicio de hacer lo mejor, prescindiendo de lo malo que nos sintamos empujados a realizar.

Esa fuerza personal de tantos hombres y mujeres importantes y que, algunos de ellos, han quedado reflejados en la historia avala esa creencia.

Cuando las personas forman un grupo con ideales compartidos y ponen empeño en la consecución de un objetivo los resultados, en la mayoría de los casos, han de ser buenos, aún contando con las cosas que no se pueden controlar.

Al entrar en la urbanización me pareció poco atractiva, por su emplazamiento y las pocas viviendas construidas, hasta que llegamos a las parcelas adquiridas, hace unos 12 años, por el grupo de familias que íbamos a visitar y es motivo de mis reflexiones.

 ¿Como ha sido posible que en un suelo pedregoso, donde hasta los pinos les cuesta sobrevivir, ahora se mezclen frutas, hortalizas y flores?

La respuesta es sencilla si se repasa la trayectoria de las  hermanas Montoso, artífices principales de las realizaciones del grupo. Desde el comienzo en Pampaneira, pueblo de La Alpujarra granadina, pasando por Motril, hasta su llegada a Hospitalet de Llobregat a principios de los años 60, junto a sus esposos e hijos las que los tenían, donde empezaron a poner en práctica lo aprendido en aquel ambiente familiar de unidad y trabajo.

Unidad y trabajo, estos son los pilares fundamentales donde se asientan las realizaciones del grupo.

En aquellos años el desarrollo industrial necesitaba abundante mano de obra en Barcelona y los pueblos que la circundan y, por tanto, Hospitalet era un buen lugar para poner en práctica su capacidad y constancia, trabajando en diferentes empleos y, en cuanto los recursos económicos se lo permitieron crear su propia empresa, a la que se fueron incorporando ellas y sus respectivos esposos, aportando su trabajo y los recursos económicos de que disponían. Como no podía ser de otra manera las cosas marchaban bien y esto les animó a montar nuevos talleres que les obligaba a contratar personal de fuera de la familia, haciéndose más complicado el control, dirección y relaciones con estas otras personas, así como la contabilidad y las aportaciones fiscales, pero pudo más su  esfuerzo personal y la firme voluntad para salir adelante con éxito y acometer nuevos retos como la creación del lugar de descanso que estamos visitando y que nos suscita agradables sensaciones e importantes reflexiones al contemplar el diseño, la construcción de las viviendas y el acondicionamiento del terreno.

A la entrada ya se aprecia la comunión de ideas entre las familias que componen el clan; una entrada para coches bordeada por huertos de patatas, pimientos, tomates, lechugas…, le siguen frutales diferentes: manzanos, albaricoques, melocotoneros, nísperos, caquis, cerezos (cargados de abundantes cerezas maduras); más adelante y siguiendo a la derecha arbustos de jardín, destacando los rosales en plena floración. Las casas siguen reflejando ideas comunes, aunque con matices que parecen responder más a la capacidad económica de cada familia que a diferencias de diseño y gusto personal. Y a continuación sigue terreno de matorrales y pinos que recuerda la situación de las parcelas en el momento de su adquisición.

A partir de aquí se pueden desarrollar diferentes conjeturas e hipótesis: ¿Que pasaría si los inmensos eriales existentes en el Mundo se transformaran en zonas productivas? Desde luego no habría el hambre que todavía padecen tantas personas en La Tierra, aunque habría algún problema de excedentes en los países desarrollados.

Se sabe que se consiguen cosechas en terrenos casi desérticos, aplicando el riego por goteo,  invernaderos; utilizando cortavientos, herbicidas, fertilizantes y seleccionando las semillas adecuadas.

Para progresar es necesario, como en el grupo visitado, esfuerzo al servicio de un objetivo bien seleccionado. Yo añadiría que el resultado será mejor si hemos desarrollado bien las cualidades potenciales que traemos consigo al nacer y utilizado esa capacidad en la adquisición de conocimientos y fortalecido nuestra voluntad para que sea más eficaz nuestro esfuerzo.

Yo siempre he creído que la unión hace la fuerza y para confirmarlo quiero recordar el ejemplo de un  viñador que ordenó a uno tras otro de sus hijos que rompieran una gavilla de sarmientos agrupados, resultando del todo imposible, por lo que mandó desatar los sarmientos y romperlos uno a uno lo que resultó muy fácil.